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Tema : Historia de la lengua Valenciana.  
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  post #61  ERAGON está desconectado
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19-Apr-2014, 20:49
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Cosas que hay que saber (I)
¿QUE ES “LA MARCA HISPÁNICA”, ORIGEN DE LA SUPUESTA “NACIÓN CATALANA”?
Por Juan García Sentandreu
Escritor y jurista

En el año 777, España o Al-Andalus está ocupada prácticamente toda por los árabes. El Califa de Zaragoza, Solimán el Arabí, se ve amenazado por el Emir Abderramán I que pretende apoderarse de Zaragoza, motivo por el que solicita el apoyo del rey franco, Carlomagno, a cambio de firmar un pacto de “marcar” los territorios Carolingios (la Francia actual) y los del Imperio de Al-Andalus de Hispania. Con este pacto, Carlomagno cruza los pirineos hacia el sur y amplia sus dominios en Hispania (por ello la “Marca Hispánica”), en este lado de la cordillera Pirenaica, y a demás crear una serie de fortalezas militares con el fin de frenar el avance Musulman hacia lo que es la Francia actual.

Aprovechando Carlomagno el pacto con el Califa Solimán el Arabí, conquista a los musulmanes las plazas de Gerona, Barcelona, Urgell, Besalú, Conflent, los Valles y así hasta nueve condados. Estos condados formaron la conocida como “Marca Hispánica” franco-carolingia y fue gobernada por Carlomagno y sus descendiente en la corona francesa desde el año 801 hasta que el rey de Francia, Luis IX, firmara el Tratado de Corbeil con el Rey de Aragón, Jaime I, en el año 1258, momento en que estos condados franceses (hoy Cataluña) que formaban la Marca Hispánica pasan a ser feudatarios del Rey de Aragón.

Así las cosas, en el siglo VIII los condados (hoy catalanes) de la “Marca Hispánica” pasan de ser territorios musulmanes a soberanía francesa (franco-carolingia). Desde el 801 al 1258 los condados catalanes de la Marca Hispánica son feudatarios y vasallos del rey de Francia.

En la nueva Marca Hispánica carolingia (801), generalmente la población conquistada aceptó a los nuevos dominadores con escasa resistencia y en algunos casos mejorando su situación en comparación con la que tenían bajo el mandato de los gobernantes hispano-visigodos y la de los musulmanes. Sus habitantes aceptaron sin reparo las nuevas leyes Carolingias al igual que los matrimonios de los nativos de la Marca Hispanica con los francos. Esto marcaria una fuerte influencia Carolingia por la dependencia cultural y religiosa de los centros ubicados en tierras francesas.

Para gobernar estos territorios, los reyes francos designaron condes, unos de origen francés y otros autóctonos, según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona. Inicialmente la autoridad condal recayó en la señores locales de la Marca, pero los intentos de convertir sus demarcaciones en señoríos hereditarios obligó a los carolingios a sustituirlos por condes de origen francés.

Los profesores R. D’Abadal y F. Codera afirman que tras esta combinación étnica creada en los Condados de la Marca Hispánica del 801 entre los francos( franceses) y los autóctonos, surgiría una combinación de cultura hispano-francesa y desarrollarían un mosaico de dialectos del Provenzal. El latín vulgarizado con alguna aportación árabe, mallorquina y valenciana, iba a recibir una aportación del provenzal que sería determinante en la configuración final de la lengua lemosina que se consolidaría como catalana con la “Renaixença” del siglo XIX, 4 siglos después del siglo de Oro de la Lengua Valenciana (siglo XV).

La inexistencia política de Cataluña durante la conquista de Valencia en 1238, ya que eran territorios de la corona francesa de escasa relevancia poblacional, sin instituciones ni estructura política ni idiomática, hace del todo punto imposible que tuviera papel alguno en la construcción del nuevo Reino cristiano de Valencia.

Es precisamente con Jaime I, en 1258, veinte años después de la conquista de Valencia (1238) cuando Aragón incorpora a su reino los condados franceses que hoy conocemos como Cataluña con la firma del referido Tratado de Corbeil con el Rey San Luis IX de Francia. No existe documento alguno de los años 1200, 1210, 1235, 1258, 1300 etc, que aparezca documentada Cataluña como tal, ni como reino, nación o estado. En el propio tratado de Corbeil, los condados catalanes franceses se describen individualmente cada uno de ellos sin que exista agrupación o estructura superior que pueda fundamentar otra realidad política.

El Tratado de Corbeil (1258), escrito en latín y comienza con las palabras: “Es universalmente conocido que existen desavenencias entre el señor rey de Francia y el señor de Aragón, de las Mallorcas y de Valencia, Conde de Barcelona y Urgel, señor de Montpellier; por lo que el señor rey de Francia dice que los condados de Barcelona, Besalú, Urgel, etc... son feudos suyos; y el señor rey de Aragón dice que tiene derechos en Carcasona, Tolosa, Narbona, etc....”.

La “corona” o “Confederación catalano-aragonesa” son, pues, una mentira más del nacionalismo romántico y fantástico del siglo XIX que intenta sustentar sus sueños neocoloniales en figuras jurídicas y políticas que nunca existieron.

Por ello la historia nos da documentos incontestables, todos, en los que cuando hace referencia a los reyes hispanos, habla de “Rey de Aragón, Rey de Valencia, Rey de Mallorca y Conde de Barcelona…”. Lo demás, como digo, ciencia-ficción o sea, mentira.

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  Última edición por ERAGON; 23-Apr-2014 a las 19:41  
  post #63  ERAGON está desconectado
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01-Jul-2014, 17:45
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"Cataluña nos roba", por Justo Díaz de Rábago
Vaya jaleo que ha armado la Academia Valenciana de la Lengua con su Diccionario y la definición de catalán. Yo, con todos los respetos pero con firmeza debo decir que difiero totalmente de los académicos, y difiero por lo que expongo a continuación.

Antes de 1936 todos teníamos muy claro que el catalán, el valenciano y el balear o mallorquín eran lenguas distintas procedentes de un mismo árbol pero ramas distintas con frutos distintos unos de otros, como consecuencia de injertos lingüísticos como consecuencia de la convivencia con moriscos en el caso del valenciano y de con navegantes de otras naciones en Baleares. Nos entendíamos muy bien unos con otros aunque el mallorquín era en más enrevesado y con trabas para su entendimiento.

Tortosa es una comarca catalana que limita con Valencia, muy importante, con poblaciones como Santa Bárbara, Amposta, San Carlos de la Rápita y otros. Tiene Cámara de Comercio, Obispado y otros organismos importantes. En 1928 el Ayuntamiento de Tortosa y el resto de los organismos publicaron un libro titulado “Tortosa y su comarca” y en el se lee: “Los tortosinos quieren distinguirse de las comarcas vecinas y con orgullo exclaman: “Somos Tortosinos, ni catalanes ni valencianos y no hablamos ni catalán ni valenciano hablamos el tortosí” (‘Som Tortosins, ni catalans ni valencians y no parlem ni català ni valencià, parlem el tortosí”.). El 3-2-2006 leo en la prensa que Marta Cid, entonces consejera de Educación de la Generalitat, dice que al ser de Amposta habla un catalán “diferente”. ¡Y tan diferente! Como que no es catalán, al ser de Amposta es tortosina y habla tortosí, pero ahora éste, como otros muchos, no existen, son una variedad de catalán. La AVL en su Diccionario dice: “TORTOSÍ 2. Variedad del catalán hablada en la región de Tortosa”.

La AVL en su Diccionario dice: “CATALÁ. 2. Lengua románica hablada en Cataluña, …la ciudad sarda de Alguer…”. Pues bien, el 14-11-1991 un periódico de Valencia publica lo siguiente: “Soy un ciudadano italiano que ha venido a vivir a Valencia (...) Yo soy de una ciudad de Cerdeña que se llama Certilla, entre Cagliari y Alghiero. En Alghiero se habla la misma lengua que los valencianos con algunas palabras diferentes cambiadas por la lengua sarda. Los alguerenses también discuten si su lengua es alguerés o catalán, cuando todos saben que esta lengua la han traído los valencianos hace muchos siglos”. Después de varias gestiones conseguí cartearme con él y en su carta, entre otras cosas, me decía que en Alghiero/Alguer Cataluña estaba haciendo una gran campaña para inculcar que lo que allí se hablaba era catalán y que su bandera era la catalana, pero que todos sabían que lo que ellos hablaban era valenciano y que la bandera era la de Valencia, sin la franja azul para que no fueran iguales y que eso, lengua y bandera, la habían llevado allí marineros o pescadores valencianos. Siento haber extraviado la carta porque me serviría para convencer a los incrédulos.

Recuerdo haber leído algo allá cuando el principio de nuestra democracia, según lo cual había cierto enfrentamiento en el gobierno autónomo y la universidad de Valencia sobre que si el rector consentía que se enseñase filología (creo era eso) catalana en vez de valenciana, y que el rector alegó que el gobierno de la Generalitat les subvencionaba espléndidamente, cosa que no hacía el de Valencia. “Por dinero baila el can…”.

Por lo que se ve, hoy en día hay un montón de lenguas que antes eran distintas y ahora o son catalán o derivadas del catalán y cosas pertenecientes a otros y ahora pertenecen a Cataluña, por lo menos eso dicen ellos.

La rapiña y el afán depredador de Cataluña no tiene límites y no se limita solo a las lenguas sino a otros muchos aspectos, y se apropian y hacen suyo cuanto les interesa, por ejemplo: Se han apropiado del Archivo de la Corona de Aragón, archivo considerado, junto con el de Indias y el de Simancas, como uno de los archivos generales de España. Este archivo de Aragón, que está en Cataluña, teóricamente está regido por un patronato formado por el Ministerio de Educación y Cultura, representantes de Cataluña, de la Comunidad Valenciana, de Aragón y de Baleares, pero no ha sido convocado nunca por Cataluña ni creo haya intención de hacerlo.

Su literatura, la del Siglo de Oro, se la apropian de la del Siglo de Oro del Reino dé Valencia. Los grandes escritores, Ausias March, Ramón Llull, Vicente Ferrer, Joanot Martorell, etc., nacen, uno en Mallorca y los demás en Valencia y Gandia. La Generalitat catalana se niega a devolver a Gandia el Cançoner de Gandia, una colección de más de sesenta composiciones musicales religiosas de diversos autores del siglo XVI, que fue cedido para su restau*ración. En la Feria de la Cultura de Cataluña, celebrada en 1994, el periódico del certamen presentaba como “Muestra de cocina tradicional catalana” la Fideua, la Paella Valenciana y los Rollets de anís de Galbís (Alcudia). El 7-10-2007 leo en un periódico de tirada nacional que en la Feria del Libro de de Fráncfort Cataluña presentó como catalanes a Joanot Martorell, Ausias March, las Fallas, la paella, etc., todo era catalán.

Aragón reclama a Cataluña que devuelva piezas de arte sacro pertenecientes a parroquias de Aragón y que se encuentran en el Museo Diocesano de Lleida, y a pesar de que el Vaticano ha dado la razón a Aragón, Cataluña se niega a devolver. Baleares reclama a Cataluña el Códice de Privi*legios del Reino de Mallorca, un compendio de leyes de la isla elabora*do por orden del rey Jaume III. Un grupo de 40 mu*nicipios de Castilla y León recla*man a Cataluña que les devuelvan las obras de arte de sus iglesias, que se encuentran expuestas en el Museo Marés de Barcelona.

Y como remate final del saqueo hecho por Cataluña a los demás tenemos lo de los papeles de Salamanca, pues de los documentos contenidos en las 500 cajas entregadas por el Archivo de Salamanca a Cataluña, catalanes, catalanes, solo son una ínfima cantidad. Cuando las tropas de Franco fueron avanzando, Gobierno republicano, gobiernos o juntas independientes como la de Asturias y León, sindicatos, partidos políticos, etc., junto con sus documentos, fueron replegándose hacia Cataluña y cuando llego el debacle final escaparon a toda marcha hacia Francia dejando los documentos en Cataluña. Las tropas ocupantes se incautaron de toda esta documentación relacionándola como decomisada o incautada en Cataluña, pero aunque decomisados en Cataluña no eran catalanes. Pues bien, toda esta documentación, no catalana, era la mayoría del contenido de las 500 cajas, documentos que ahora Cataluña niega a sus verdaderos propietarios.

Me parece que me he lanzado demasiado y basta ya por hoy.

Justo Díaz de Rábago y Verdeguer, Cullera.

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  post #64  ERAGON está desconectado
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30-Sep-2014, 20:55
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En el sigle XVII les llengües habituals en Lleida eren el català, el llatí i el valencià.
Pablo Sanchis Royo‎Valencians

LA UNIVERSIDAD DE LÉRIDA TIENE LA CULPA

Este verano, en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante que era el manuscrito Ms. 1010. Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a batallones de inquietas
hormigas, trataba sobre la "lengua catalana materna". Ahora, ya en el Reino, he consultado los comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito estudiaban en Lleida más de "300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el catalán" (HLC, V, p. 430). Por supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?
EI Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el latín (círculo universitario) y el valenciano; conclusión que no sorprendería si la inmersión no censurara originales. La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia,
Zaragoza y Barcelona. EI monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios universitarios de todos sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta ciudad. La tradición persistió incluso en el XVII, cuando el Estudio General de Valencia superaba a Lleida en prestigio y alumnado.

La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por
privilegio de AIfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que, por ejemplo en 1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo largo de los siglos, desde 1300 hasta 1705. EI avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad catalana hasta el
siglo XVIII, según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.
Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos ilerdenses ilustres: el canónigo Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. EI primero advierte que si los sermones sólo se imparten en catalán no gustará a los extranjeros, incluso a los valencianos. Y añade que "en el Reyno de Valencia los más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones (censuradas por Riquer, claro), se opone Cisteller, que convivía con valencianos en Lleida y disponía del Thesaurus de Pou para despejar dudas en los tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso nimiedades como que el latín pastanaca o el
catalán pastanaga equivallan al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y ortografía del idioma valenciano (carchofa, pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.)
explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.
EI constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente, con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara exten- derse desde Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán
Andreu Bosch ("Titols d'Honor', Perpinya, 1628). La valencianización en la ruta valenciana Ilegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano en sus sermones, no el catalán.

Pepe Cervera - 23-10-05 19.11

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01-Oct-2014, 17:33
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Cataluña como sinónimo de mentira
Por Juan García Sentandreu
Escritor y Jurista*



“Hoy, más de mil años después,
la ambición de la clase política catalana
tiene las mismas aspiraciones feudales
que cuando dependían de la corona carolingia y francesa”.

La Cataluña nacionalista es, toda en sí, una gran mentira. No voy a atreverme a hacer este tipo de manifestaciones sin aportar las correspondientes pruebas. Mi formación y experiencia de jurista me lleva a probar todo lo que digo.

La Cataluña actual es una gran mentira en diversas dimensiones: En una dimensión histórica; en una dimensión lingüística y en una dimensión arquitectónica y heráldica: “la mentira de la “senyera catalana" y la mentira de la Barcelona “histórica”.

1.- LA MENTIRA DE LA CATALUÑA HISTÓRICA

En el año 777, España o Al-Andalus está ocupada prácticamente toda por los árabes. El Califa de Zaragoza, Solimán el Arabí, se ve amenazado por el Emir Abderramán I que pretende apoderarse de Zaragoza, motivo por el que solicita el apoyo del rey franco, Carlomagno, a cambio de firmar un pacto de “marcar” los territorios Carolingios (la Francia actual) y los del Imperio de Al-Andalus de Hispania. Con este pacto, Carlomagno cruza los pirineos hacia el sur y amplia sus dominios en Hispania (por ello la “Marca Hispánica”), en este lado de la cordillera Pirenaica, y a demás crear una serie de fortalezas militares con el fin de frenar el avance Musulmán hacia lo que es la Francia actual.

Aprovechando Carlomagno el pacto con el Califa Solimán el Arabí, conquista a los musulmanes las plazas de Gerona, Barcelona, Urgell, Besalú, Conflent, los Valles y así hasta nueve condados. Estos condados formaron la conocida como “Marca Hispánica” franco-carolingia y fue gobernada por Carlomagno y sus descendiente en la corona francesa desde el año 801 hasta que el rey de Francia, Luis IX, firmara el Tratado de Corbeil con el Rey de Aragón, Jaime I, en el año 1258, momento en que estos condados franceses (hoy Cataluña) que formaban la Marca Hispánica pasan a ser feudatarios del Rey de Aragón.

Así las cosas, en el siglo VIII los condados (hoy catalanes) de la “Marca Hispánica” pasan de ser territorios musulmanes a soberanía francesa (franco-carolingia). Desde el 801 al 1258 los condados catalanes de la Marca Hispánica son feudatarios y vasallos del rey de Francia.

En la nueva Marca Hispánica carolingia (801), generalmente la población conquistada aceptó a los nuevos dominadores con escasa resistencia y en algunos casos mejorando su situación en comparación con la que tenían bajo el mandato de los gobernantes hispano-visigodos y la de los musulmanes. Sus habitantes aceptaron sin reparo las nuevas leyes Carolingias al igual que los matrimonios de los nativos de la Marca Hispánica con los francos. Esto marcaria una fuerte influencia Carolingia por la dependencia cultural y religiosa de los centros ubicados en tierras francesas.

Para gobernar estos territorios, los reyes francos designaron condes, unos de origen francés y otros autóctonos, según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona. Inicialmente la autoridad condal recayó en los señores locales de la Marca, pero los intentos de convertir sus demarcaciones en señoríos hereditarios obligó a los carolingios a sustituirlos por condes de origen francés.

Los profesores R. D’Abadal y F. Codera afirman que tras esta combinación étnica creada en los Condados de la Marca Hispánica del 801 entre los francos( franceses) y los autóctonos, surgiría una combinación de cultura hispano-francesa y desarrollarían un mosaico de dialectos del Provenzal. El latín vulgarizado con alguna aportación árabe, mallorquina y valenciana, iba a recibir una aportación del provenzal que sería determinante en la configuración final de la lengua lemosina que se consolidaría como catalana con la “Renaixença” del siglo XIX, 4 siglos después del siglo de Oro de la Lengua Valenciana (siglo XV).

La inexistencia política de Cataluña durante la conquista de Valencia en 1238, ya que eran territorios de la corona francesa de escasa relevancia poblacional, sin instituciones ni estructura política ni idiomática, hace del todo punto imposible que tuviera papel alguno en la construcción del nuevo Reino cristiano de Valencia.

Es precisamente con Jaime I, en 1258, veinte años después de la conquista de Valencia (1238) cuando Aragón incorpora a su reino los condados franceses que hoy conocemos como Cataluña con la firma del referido Tratado de Corbeil con el Rey San Luis IX de Francia. No existe documento alguno de los años 1200, 1210, 1235, 1258, 1300 etc, que aparezca documentada Cataluña como tal, ni como reino, nación o estado. En el propio tratado de Corbeil, los condados catalanes franceses se describen individualmente cada uno de ellos sin que exista agrupación o estructura superior que pueda fundamentar otra realidad política.

El Tratado de Corbeil (1258), escrito en latín y comienza con las palabras: “Es universalmente conocido que existen desavenencias entre el señor rey de Francia y el señor de Aragón, de las Mallorcas y de Valencia, Conde de Barcelona y Urgel, señor de Montpellier; por lo que el señor rey de Francia dice que los condados de Barcelona, Besalú, Urgel, etc... son feudos suyos; y el señor rey de Aragón dice que tiene derechos en Carcasona, Tolosa, Narbona, etc....”.

La “corona” o “Confederación catalano-aragonesa” son, pues, una mentira más del nacionalismo romántico y fantástico del siglo XIX que intenta sustentar sus sueños neocoloniales en figuras jurídicas y políticas que nunca existieron.
Por ello la historia nos da documentos incontestables, todos, en los que cuando hace referencia a los reyes hispanos, habla de “Rey de Aragón, Rey de Valencia, Rey de Mallorca y Conde de Barcelona…”. Lo demás, como digo, ciencia-ficción o sea, mentira.

RESUMIENDO:

1.- Los romanos ocupan Hispania en el siglo II antes de Cristo y la actual Cataluña –que entonces no existía- pertenecía, junto con media Hispania, a la Provincia “Tarraconensis” o “Citerior”.

2.- Los árabes ocupan Hispania y en el año 709 conquistan Valencia y en el 717 Barcelona. En el año 1010 se constituye el reino Independiente de Valencia o Balansiya separándose del Califato de Córdoba. Los árabes dominaron Valencia hasta 1238 en que Jaime I instaura el Reino cristiano de Valencia.

3.-Los árabes están en Barcelona y en el resto de condados hasta el 801 en que los francos (actuales franceses) la unen como “Marca Hispánica” al Imperio carolingio y hacen de ellos unos condados fronterizos (por ello son “marca” fronteriza). La dominación francesa dura 450 hasta el tratado de Corbeil 1250 en que el Rey francés, San Luis IX, cede a Jaime I de Aragón los condados franceses de la parte española y Jaime I le cede a Luis IX los condados aragoneses de la parte francesa. Esa es la síntesis de lo firmado en el documento cuya importancia radica en que se firmó 29 años después de la reconquista de Mallorca y 20 años después de la del Reino de Valencia.

4.- Cataluña NUNCA ha sido un estado ni nación, ni reino. Ni siquiera un Principado. Tampoco un condado. Los condados catalanes fueron 9 y el título de Conde que ostentan los Reyes aragoneses es el de Barcelona.

5.- Cataluña, antes y después de los episodios que relata el nacionalismo catalanista como origen de la falsa “corona catalana” o “catalano-aragonesa”, NUNCA ha tenido estructura ni física ni política ni si quiera para ser tenida como una simple región hasta que en 1521 Carlos I los declarara como provincia.

6.- La actual Cataluña NUNCA ha gozado de soberanía propia porque sus soberanos no han sido otros que los Reyes de Francia, de Aragón y de España en los últimos 1.200 años. Y antes, visigoda y romana. La supuesta “nación catalana” surgida –según los nacionalistas- a principios del siglo XII no es más que fruto de la invención. En el último milenio, pues, los catalanes han sido franceses y españoles. Y antes de ser franceses pertenecían a la España romana y visigoda.

8.- El Reino de Valencia es 900 años LATINO y 530 años MUSULMAN. De ahí que la Lengua Valenciana tenga la mayor parte de su base idiomática en el latín de los conquistadores romanos (900 años) y una gran y rica aportación árabe (530 años).

9.- Los condados “catalanes” fueron 900 años LATINOS; 84 años MUSULMÁNES y 450 FRANCESES. Lo que nos lleva indefectiblemente a concluir que sobre la misma base latina que el resto de lenguas romances europeas, el catalán carecía de la aportación árabe de la que goza el valenciano y, por el contrario, tiene durante casi 5 siglos (450 años) la aportación occitano-provenzal francesa. Esta es la razón de que en Cataluña utilicen tantos términos franceses como el “gairebé”, “mercí” o “merces”, “donç”, “si us plau”, o “petit” todos importados del provenzal fruto de su dependencia y vasallaje a la corona francesa durante casi 5 siglos.

10.- Mientras Valencia ha sido una provincia hispanorromana y un Reino hispano-árabe, y posteriormente un Reino perteneciente a la Corona de Aragón y a la Corona Española, las tierras catalanas fueron parte de una provincia hispanorromana (hasta el 801), francesa (hasta el 1258) y aragonesa y española desde 1258 hasta hoy. NUNCA HAN SIDO UNA NACIÓN NI HAN GOZADO DE SOBERANÍA PORQUE NO HAN TENIDO UN REY NI HAN SIDO UN REINO.


2.-LA MENTIRA EN SU DIMENSIÓN LINGÜÍSTICA. LA GRAN MENTIRA DE QUE EL VALENCIANO PROVIENE DEL CATALÁN.

El nacionalismo catalán erige su supuesta nación en otra gran mentira: el carácter histórico y original de la lengua catalana. La lengua catalana impuesta por el nacionalismo catalanista desde el pasado siglo XX es un producto de laboratorio sobre la base de un barceloní que tiene su origen en el provenzal francés o lemosín y que carece absolutamente de literatura histórica.

Una de las definiciones más certeras, y que me imagino son candidatas a ser manipuladas, es esta verdadera confesión –no de culpabilidad, sino de realidad- cuando la Wikipedia nos dice algo que he sostenido siempre y que tanto desagrada leer al catalanismo-, y es que la lengua catalana no existió como tal hasta el siglo XV (dos siglos después de la Conquista de Valencia) y como una variedad dialectal con muy escaso valor, y con una cierta relevancia hasta el siglo XIX con su “Renaixença”. Dice la enciclopedia que “La literatura en catalán vio sus primeras grandes obras antes en prosa que en verso. Esto se debió a que los poetas cultos, hasta el siglo XV, preferían utilizar el provenzal literario en vez de la variedad autóctona, como en el caso de Alfonso II (el Trovador). Cabe destacar, sin embargo, que existían pocas diferencias entre la lengua catalana y las diversas variedades occitanas (provenzal, languedociano, lemosín, gascón...), muchas menos en la Edad Media, ya que durante esa época y en siglos posteriores se consideraban la misma lengua”.

Por si la cosa no está clara, añado la cita del filólogo y lingüista catalán Antoni Badía Margarit, rector de la Universidad de Barcelona, que en su Gramática Histórica Catalana (1952) sostiene que “no es el catalán una lengua románica que siempre haya estado entre las lenguas con personalidad propia: todo lo contrario, era considerado como una variedad dialectal de la lengua provenzal, y sólo desde hace relativamente poco ha merecido la categoría de lengua neolatina independiente”. Ref. Antoni Badía Margarit. Gramática Histórica Catalana (1.952). Por si fuera poco, traigo a colación, también, la cita del insigne historiador y humanista, Menéndez Pelayo que de manera tajante afirma que “hasta muy entrado el siglo XV, en Cataluña los versos se componían en Provenzal”, lo que confirma tanto la versión de la enciclopedia como la de Badía Margarit.

Y en el mismo sentido la del filólogo e hispanista francés Alfred Morel-Fatio cuando sostiene que “el catalán es una mera variante de Provenzal porque los habitantes de Septimania y los de la Marca Hispánica (hoy Cataluña) hablaban la misma lengua Provenzal”(Études de l'Espagne (3 vols., 1888-1904; segunda edición de los volúmenes I y II, 1895 y 1906).

Y también el Filólogo suizo-alemán Meyer Lübcke que de manera incontrovertible sostiene que “el catalán.., que no es más que un dialecto del Provenzal”(Grammaire des Langues Romanes". Paris, 1890. pág.13).

Finalmente y como colofón y rúbrica de lo dicho, el patriarca de la Romanística y creador de la Gramática Comparada , el filólogo alemán Friedrich Christian Díez (15 marzo 1794-29 mayo 1876), confirma la dependencia dialectal del romance hablado en los condados “catalanes” bajo influencia francesa: “el Provenzal se extiende particularmente en Cataluña” ("Grammaire des Langues Romaniques”. Paris. 1874. p.3) “Alvernés, gascón, provenzal, lenguadociano son dialectos romances”.

Así pues, en el siglo XV, mientras los condados franco-catalanes tenían una incipiente y escasa literatura en provenzal -como dice la enciclopedia digital y los eruditos reseñados- y toda su legislación estaba en latín, el Reino de Valencia no sólo gozaba ya de dos siglos de leyes en valenciano sino que su literatura entraba en el gran siglo de Oro de la Lengua Valenciana y nuestros autores, Ausias March, Joanot Martorell, Jaume Roig, Roig de Corella, Marti de Viciana, Isabel de Villena, Bonifacio y Vicente Ferrer, todos ellos valencianos, manifestaban sin excepción que el idioma en que escribían sus obras en pleno siglo XV no era otro que la “Lengua Valenciana”.

CONCLUSIÓN Así las cosas, volvemos siempre a la pregunta del principio: Unos condados fronterizos que durante 500 años pertenecieron a Francia (801-1258), que toda su legislación estaba en latín y que hablaban un galo-romance como el provenzal (tal como dicen los más prestigiosos filólogos e historiadores) al menos hasta 2 siglos después de la conquista de Valencia, ¿cómo van a traer a Valencia y a enseñar a hablar a todo un reino que les multiplicaba en todos los aspectos?

Y concretamente en la ciudad de Valencia que por aquel entonces tenía 30.000 habitantes según el estudio de la paleo-historiadora Amparo Cabanes, ¿eso lo hicieron 600 soldados o colonos iletrados de los condados franco-catalanes que reclutó Jaime I para su ejército conquistador y se asentaron en nuestra ciudad, según consta en el “llibre dels avehinaments” y en el "llibre del Repatiment"?

Y si así fuera, ¿con qué prodigioso método enseñaron a hablar como para que el Rey Conquistador nos diera inmediatamente nuestra legislación foral -Els Furs- en romance valenciano, y obligara a jueces y médicos a dar sentencias y recetas “en lengua llana” para que los valencianos lo entendiéramos? "Los jutges en romanç diguen les sentencies...", "Metges axi fisichs com cirurgians les receptes que ditaran hajen a dictar en romanç declarant lo nom de les herbes en lur nom comu, e vulgar".

La teoría catalanista de la colonización del Reino de Valencia hace aguas por todos lados. Pero el esencialismo integrista de su nacionalismo irracional les ciega de tal manera que no admiten estos datos y pruebas científicas que desmontan definitivamente la gran mentira catalanista.

EL REINO MORO DE VALENCIA HABLABA VALENCIANO 300 AÑOS ANTES DE LA CONQUISTA DE JAIME I

En el año 2002 publiqué el libro 'Breve historia de Valencia, Didáctica elemental para amar y defender en Valencia (Juan García Sentandreu, ediciones Fundacio Nuevo Valencianismo, 2002). En su primera parte: “Historia de la Lengua Valenciana”, y en su capítulo cuarto, hablo de la Valencia mozárabe en la que los cristianos que vivían bajo el dominio musulmán (mozárabes) hablaban desde el siglo IX, un latín vulgar arabizado en el nombre de 'romanç valenciá', la lengua que se encontraría Jaime I cuando conquista el Reino de Valencia en 1238.

Son diversos los testigos, los documentos, que manifiestan la existencia de los mozárabes y de la lengua de los mozárabes a lo largo del periodo de dominación islámica. He ampliado esta información en sus fuentes y citas bibliográficas para los que tengan interés en su estudio.

1.- El arabista, lexicógrafo y historiador Francisco Javier Simonet y Baca, por ejemplo, relata de los mozárabes que “dando gallarda muestra de la capacidad, su ingenio y aplicación, y acomodándose a las difíciles circunstancias de su largo cautiverio, cultivaron ambas lenguas y literaturas sobresaliendo, así, en el árabe como en la hispano-latina, pero sin olvidar la suya propia”. Y añade: “Los mozárabes conservaron perpetuamente el conocimiento de la lengua latina, al menos como lengua sabia. Ocurre la importante cuestión de que la lengua vulgar usada comúnmente por aquel pueblo, pues ni el árabe era hablado generalmente por los mozárabes, como algunos han supuesto, ni el antiguo latín se hablaba ya por los antiguos españoles, llevando algunos siglos de decadencia y descomposición en el uso familiar y corriente. Nosotros creemos que los mozárabes, hablaban un dialecto vulgar formado por el antiguo latín y otros elementos filológicos acumulados en el transcurso de los siglos en toda la península, siendo muy parecido al romance de hoy”.

2.- Dr. En Filosofía i Letras, el Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Mourelle de Lema, abunda en esta cuestión cuando dice que “en la Lengua Valenciana se encuentran vivos muchos vocablos procedentes del árabe… Hibridación y seudomorfosis son fenómenos lingüísticos resultantes de una larga convivencia de dos culturas: la ibero-latina valenciana y la árabe”. Mourelle de Lema entiende por tanto que “no se puede minimizar el valor de las jarchas valencianas para probar la existencia de un romance en Valencia antes del siglo XI… No es erróneo, sino muy científico e incontrovertible, suponer una tradición de canciones eróticas en romance en tiempos anteriores al que vivieron los citados poetas els musulmanes en lo que sería Reino de Valencia. Incluso podría pensarse en su existencia en los siglos IX y X”.

3.- El profesor Gómez Bayarri , licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza, acota que “el romance idioma madre debió de constituir el vehículo de expresión de la vida cotidina familiar y lazo de comunicación de la vida sentimental. Así lo atestiguan las canciones de amor, amplio repertorio, llenas de amable dulzura…”.

4.- La escritora y experta arabista, Teresa Garulo, profesora del Departamento de estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid que escribe que “Los viajes a Oriente se convierten en el vehículo transmisor de la cultura árabe, los hombres cultos van a las grandes metrópolis, deseosos de de perfeccionar su cultura y, al regresar, llevan las novedades de Bagdad, toda la poesía de los modernos y más tarde de los neoclásicos, que son los que ejercen una influencia viva, directa y eficaz de los poetas hispanoárabes”. Y continúa. “A principios del siglo X, Muqqadam de Cabra crea la “moaxaja”, producto típicamente hispano-árabe, caracterizado por la estructura estrófica, desconocida en la poesía árabe, y por la adición de un final en romance: la jarcha”.

“Sólo en Valencia se mantiene la tradición cultural anterior a los almorávides, y con Ibn Jafaya (m. 1138) y su sobrino Ibn azZaqqaq (m. 1134) se crea la escuela de poetas paisajistas que todavía supieron reanimar el andamiaje de la “casida” y renovar el “cabnal” de las metáforas”, escribe Teresa Garulo.

La poesía árabe del final de la dominación islámica es una poesía popular. Los poemas reciben el nombre de “moaxaha” o “moaxaja”, rematadas por una jarcha. La moaxaha consta de seis partes rimadas entre si y otras cinco partes que no tienen rima común. La jarcha o harja final es la salida, el remate y, por lo general, está redactada en romance. Las jarchas son cánticos de amigo, de amor, de cariño, puestas en boca de quien añora a la persona amada. Y son propias de la comunidad mozárabe cristiana. Pero las hay también escritas en árabe, incluso en hebreo, lengua que hablaba la comunidad judía.

5.- El Catedratico de Historia, Leopoldo Peñarroja, señala que las jarchas (harges) “se convierten en síntoma y en cristal a través del cual es posible penetrar en la interioridad de la civilización románica de Al Andalus, por su conexión o pertenencia a una primitiva lírica románica”. Para Peñarroja, “las jarchas anuncian, consecuentemente, la permanencia de un mundo cultural hispa-románico distinto, a pesar de que viene íntimamente de la cultura arabiga implantada en el siglo VIII. Hoy no cabe la menor duda de que en el trasmundo de las jarchas valencianas hay una literatura preexistente y popular”.

6.- El arabista Emilio García Gómez, Presidente de la Academia de la Historia y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, hace "la observación de que la métrica de les moaxahes y de los zejels no siguen la métrica arábica, sino la métrica silábica latina, la románica, que pervivió durante todo el período de arabización".

7.- El catedrático de lengua i literatura y filólogo, Dámaso Alonso Fernández de las Redondas, después de estudiar una veintena de “muwxxaha” se encontró a Samuel Stern, profesor universitario, en una sinagoga de Jerusalén, que le confirmó que “musulmanes, judíos y mozárabes utilizaban un romance vernáculo, con unos caracteres estructurales que eran similares a los del valenciano primitivo. Este romance vernáculo gozaba, además, de plena vitalidad a la hora de la reconquista y tenía límites definidos”.

8.- El filólogo, medievalista e historiador, Ramón Menéndez Pidal, cuenta que Mío Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, al conquistar la ciudad de Valencia en 1090, encargó la vigilancia y defensa de la ciudad a los mozárabes que había dentro “porque fueron criados con los moros y hablaban como ellos y sabían sus maneras y costumbres”.

9.- Es más, el medievalista y Catedrático de Historia Antonio Ubieto Arteta afirma que “los musulmanes que nos invadieron y colonizaron no fueron nunca superiores en número a los naturales de Valencia, a los cuales, además, respetaron, y recuerda que la Sura II del Corán obliga a los árabes a proteger a los cristianos y a sus iglesias”.

Está más que demostrado que no es verdad lo que sostienen los catalanistas de que cuando llegó Jaime I no encontró aquí ningún mozárabe y que, por lo tanto, no se hablaba el romance, el latín antiguo de los romanos, lo que, lo que hablaban los valencianos, dicen los catalanistas, es el catalán de los pocos “catalanes” que iban con Jaime I en la conquista de Valencia.

10.- El catedrático de Estudios Hispánicos Al Andalus de la Universitat de El Cairo, Hussein Mones, en su libro “Andalusia, Algarbia and Al Sharky”, cuenta que “a la llegada de Jaume I a Valencia en 1238, habían aquí, en todo el territorio del Reino Moro de Valencia, 120.000 musulmanes, 65.000 cristianos (mozárabes) y 2.000 judíos”.

Según Mones, y así lo recoge en su libro, al rendirse el rey Zayán a Jaime I y darle las llaves de las puertas de la ciudad, le dijo: “En la ciudad de Valencia conviven musulmanes, gente noble de mi pueblo, junto a cristianos y judíos. Espero que sepa gobernarlos para que continúen viviendo con la misma armonía y para que trabajen esta noble tierra conjuntamente. Aquí, durante mi reinado salían procesiones de la Semana Santa y los cristianos profesaban su religión con toda libertad, ya que nuestro Corán reconoce a Cristo y a la Virgen María. Espero que Vd. conceda el mismo trato a los musulmanes de Valencia”.

F. J. Simonet, del que ya hemos hablado al principio, en referencia a esto, escribe que “los mozárabes nunca llegaron a olvidar, ni en el uso vulgar ni en el literario, el idioma latino e hispano-latino recibido de sus ascendientes, su idioma religioso y nacional”.

11.- El escritor, historiador y epigrafista, Aureliano Fernández Guerra, asegura que “los mozárabes fueron guardadores fidelísimos de la lengua romance, de la poesía y de las costumbres de sus antepasados”.

12.- El filólogo Joan Costa corona esta grupo de pruebas y argumentos de forma contundente y esclarecedora cuando escribe: “Si hoy en Valencia, después de 400 años de cultura castellana, de documentación oficial en castellano, de escuela y liturgia en castellano, de medios de comunicación en castellano, la gente, sobre todo en los pueblos, continúa hablando la lengua valenciana, aunque todos conozcan el castellano y la inmensa mayoría escribe siempre en castellano, ¿Por qué debería de ser diferente en la lengua valenciana? ¿Por qué los valencianos musulmanes, en continuo contacto con los cristianos de los reinos fronterizos, deberían de perder su romance?”.

13.- El filólogo romanista y etimólogo alemán, Harri Meier, citado por Peñarroja, tiene también una frase aplastante en esta polémica: “Nunca, en ningún lugar, ha sucedido el simple trasplante de un idioma a otro pueblo o población.

14.- Para al filólogo y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, Luis Fullana Mira, “solo el substrato mozárabe configuró la individualidad lingüística de Valencia”.

Idea que amplia Gómez Bayarri al decir que el romance “constituyó el estrato fundamental en la configuración de la Lengua Valenciana, hecho que pronto se plasmó va en la singularizada conciencia idiomática medieval valenciana, y así quedó constatado en documentos jurídicos, literarios y notariales que dan imagen a su particular onomástica”.


3.- LA MENTIRA EN SU DIMENSIÓN ARQUITECTÓNICA Y HERÁLDICA: “la mentira de la “senyera catalana" y la mentira de la Barcelona “histórica”.

Javier García Blanco nos aporta un estupendo estudio sobre otra de las mentiras del nacionalismo: la arquitectura. Y es que todo, absolutamente todo, se pone al servicio de la "verdad" nacionalista reconstruyendo no sólo la historia sino, incluso, la arquitectura monumental. Y es que cada día miles de turistas pasean por las calles del casco antiguo de Barcelona admirando y fotografiando monumentos y edificios del que actualmente se conoce como “Barrio Gótico”, a un paso de las Ramblas. Sin embargo, pocos de estos visitantes saben que en realidad, buena parte de esas hermosas construcciones no son puramente medievales, sino que su origen o su aspecto actual se remonta al siglo XIX y, en muchos casos, incluso a mediados del XX.

A esta sorprendente alteración arquitectónica no escapan siquiera edificios de la talla de la propia catedral de la ciudad, dedicada a Santa Eulalia, tal y como explicaba hace unos años en una detallada tesis doctoral el historiador Agustín Cócola Gant, de la Universidad de Barcelona.

La investigación de Cócola, titulada ‘El Barrio Gótico de Barcelona. De símbolo nacional a parque temático’ causó una gran polémica tras su publicación el año 2011, a pesar de que buena parte de lo que revelaba en las páginas de su trabajo era bien conocido por los historiadores, aunque a menudo poco difundido por motivos turísticos. Al nacionalismo y a la caja institucional no les interesaba este tipo de revelaciones.

En su trabajo, Cócola analiza las razones que llevaron a la modificación de la fisionomía arquitectónica del centro histórico de la Ciudad Condal: destaca la existencia de un plan que situase a Barcelona en el mapa del turismo internacional, al tiempo que la burguesía daba forma a una “arquitectura nacional catalana” que sirviera para otorgar signos de identificación colectiva.

La primera de estas actuaciones que terminarían por dar forma a un “barrio gótico” reinterpretado e inventado fue precisamente la construcción de la fachada de la catedral de la ciudad en las últimas décadas del siglo XIX. La fachada del templo catedralicio estaba sin concluir desde el siglo XV, y coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de 1888 en Barcelona, la burguesía local decidió completar este magnífico exponente de la arquitectura medieval, cuyos orígenes se remontaban al siglo XIII.


Los planes para definir el estilo que debía seguir la construcción de la fachada fueron motivo de largas discusiones, aunque finalmente se impuso la idea de realizar la obra en estilo gótico, tal y como defendía el banquero y político Manuel Girona i Agrafel quien, junto a sus hermanos, acabó financiando toda la obra, que ejecutó el arquitecto Josep Oriol Mestres finalizándose en pleno siglo XX, concretamente en 1.913. Pero esto no se cuenta a los turistas ni visitantes.

Para entonces la burguesía barcelonesa se había aupado ya hasta el Ayuntamiento de la ciudad a través de la Lliga Regionalista, partido en el que militaba el concejal Josep Puig i Cadafalch(arquitecto y periodista), quien sentaría las bases de un modelo de arquitectura medieval que terminó ejecutándose en buena parte del Gòtic.

Foto: Catedral de Barcelona en 1.888

En 1908, con el comienzo de las obras de construcción de la Vía Laietana, se procedió al derribo de 335 edificios del centro histórico. La mayor parte de estas casas eran construcciones degradadas, pero algunas de ellas tenían una gran antigüedad, y parte de sus elementos serían empleados más tarde para dar forma a nuevos edificios de estilo neomedieval.


EL CÉLEBRE PUENTE "NEOGÓTICO" DE LA CALLE DEL BISBE ES FALSO

Tres años después del inicio de las obras de la Vía Laietana, el político Ramón Rucabado sugirió eliminar construcciones “vulgares” del centro histórico y sustituirlas por nuevos edificios de estilo antiguo, para conseguir así “la unificación de estilo en este recinto, formando entre las construcciones venerables (…) y las modernas rigurosamente sometidas al estilo y carácter de aquellas, un verdadero barrio gótico”.

Y, en efecto, así se haría en los años siguientes, en especial con anticipación a la Exposición Internacional de 1929 que iba a celebrarse en la ciudad. De un año antes, por ejemplo, data el vistoso y célebre “puente” neogótico de la calle del Bisbe, que une las Cases dels Canonges y el edificio de la Generalitat, una construcción realizada por el arquitecto Joan Rubió i Bellver.
En el caso de la Casa Padellás –actual sede del Museo de Historia de Barcelona–, este antiguo palacio de finales del siglo XV y comienzos del XVI se desmontó por completo en 1931 a raíz de las obras de Vía Laietana, y volvió a construirse en la Plaza del Rey, circunstancia que se aprovechó para introducir modificaciones y elementos no originales, como unas galerías porticadas y una ventana coronella. El caso es dar más lustre a sabiendas que nada tiene que ver con el original.

MÁS IMITACIONES

Algo similar sucedió con el Palacio Real Mayor, edificio de origen medieval que había sufrido varias ampliaciones en distintas épocas, la más importante en el siglo XVIII, cuando se le añadió un portal neoclásico. Con la intervención realizada en el siglo XX se buscó potencia su aire medieval, añadiéndole rosetones góticos, alterando el patio interior y reutilizando elementos antiguos de otros edificios, al tiempo que se añadía otros nuevos que imitaban a los medievales.


LA MENTIRA DE LA BANDERA O “SENYERA” CATALANA.

Buscando la copia documental de la “Bula de Cruzada” otorgada por el Papa Gregorio IX a Jaime I para que persuadiese a los nobles “catalanes” de la Marca Hispánica para que le acompañasen a la conquista de Valencia, toda vez que estos eran reticentes pues no era batalla a “sangre y rapiña”, me encuentro con una copia de otra Bula del mismo Papa Gregorio IX. Concretamente el 13 de Abril de 1231 la Cancillería del Papa Gregorio IX en la que establece los principales privilegios que darán la independencia jurisdiccional e intelectual a la Universidad de Paris. Precisamente, en la esquina del documento en donde se identifica al Papa que sella la Bula con su escudo de armas que le ha servido como insignia de su papado, aparece el escudo de la casa de Aragón. ¿De Aragón? De la Santa Sede primero, y de Aragón después. Claro, sencillamente porque Aragón era súbdito de la Santa Sede y de esta había incorporado a su heráldica los colores de Roma.

En todos los escudos tradicionalmente se representan dos llaves (una dorada y otra plateada), estas representan el poder temporal (plateada) y celestial (dorada) inherente al papado, haciendo referencia, al párrafo del evangelio según San Mateo Cap. 16, Vers. 18 - 19: “Tu eres Pedro (piedra) y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella, Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

De los primeros documentos y Bulas que se expedían por el papado colgaban unas cintas de seda roja con hilos de oro que servía para sujetar el sello del pontífice y que luego se incorporaron sus colores a la heráldica papal como dos barras o palos rojos sobre fondo dorado.

La representación de los colores papales y de la casa de Aragón aparece en muchas escenas vaticanas. El “canópeo”, llamado también “umbraculum o pavillón” es una suerte de parasol medio abierto que tiene las barras o palos con los colores papales gules (rojo) y oro.

El canópeo es, también, el timbre heráldico de las basílicas. En canópeo barrado de amarillo y rojo, o oro y gules, es el emblema de la iglesia católica, del colegio cardenalicio, de la Cámara apostólica, de los seminarios e instituciones pontificias y también de la Santa Sede cuando está vacante (representando la tumba de Pedro, protegida por la basílica de San Pedro en Roma).Durante las vacaciones de la Sede romana, el cardenal camarlengo timbra sus armas con un canópeo barrado.
Precisamente fueron los papas que estamos estudiando, Gregorio IX y su antecesor Honorio III, coetáneos a Jaime I, quienes más uso hicieron de dicha heráldica que fue incorporada años antes desde el reinado de Sancho Ramírez (1064 - 1094) quien en 1068 viajó hasta Roma donde se comprometió a hacerse vasallo de Santa Pedro, hecho que finalmente se llevó a cabo de manera oficial en 1089 incorporando los colores papales al emblema de la casa de Aragón.

El nombre de “Señera” o “Senyera” proviene de que dicho emblema, en realidad su nombre apropiado es el de “señal real de Aragón”, equivaldría en la actualidad a decir que era el apellido de la dinastía reinante en Aragón. Los escudos en la Edad Media representaban a una determinada persona o linaje, en este caso a la familia real de Aragón. En Heráldica este emblema se definiría como un cuartel de oro con dos palos de gules.

El uso de las barras, nombre popular con que se conoce este motivo, se extendió a todos aquellos lugares donde gobernó el monarca de Aragón: Valencia, Mallorca, Condados de la antigua Marca Hispánica (hoy Cataluña), Sicilia, Cerdeña, Córcega, Provenza, Rosellón y Cerdaña, la ciudad francesa de Montpellier, algunas zonas de la actual Grecia, como los antiguos ducados de Atenas y Neopatria, y Nápoles, el último territorio que se incorporó a la Corona de Aragón. Todas estas posesiones estuvieron en un momento u otro de la Edad Media bajo la soberanía del rey de Aragón.
Con menor frecuencia estas barras también han sido llamadas “palos” o “bastones”. Si utilizamos con propiedad el vocabulario heráldico, lo correcto sería emplear el primero de estos dos últimos nombres porque la palabra «barra» se refiere a una banda diagonal que va desde el ángulo superior derecho hasta el inferior izquierdo siempre desde el punto de vista de quien contempla el escudo. De todas formas el arraigo de la expresión barras ha sido tan profundo que se mantiene en la actualidad.

La referencia más antigua a este motivo nos lleva hasta el reinado de Alfonso II (1162 - 1196), cuando tal y como relata la «Crónica de San Juan de la Peña» este monarca “mudó las armas e seynnales de Aragón e prendió bastones”.

Pero hasta los tiempos de Pedro III el Ceremonioso, y concretamente en la época de Jaime I, el uso de las barras o palos de la casa de Aragón varían en su número sin que exista una ordenanza que los regulara. No obstante a ello y dado que las barras o palos papales eran los de 2 rojos sobre tres de oro, sería este el número más usado durante los primeros años de la casa de Aragón hasta que Pedro III, el Ceremonioso, finalmente, cifrara en cuatro los palos de gules sobre 5 de oro, colores que han estado unidos a la casa de Aragón y sus reinos hasta el día de hoy.

Menendez Pidal, a este respecto, señala que durante todo el reinado de Jaime I de Aragón, el Señal Real contiene dos, tres, cuatro y hasta seis palos, y precisa: Menéndez Pidal de Navascués, Faustino, El escudo de España, 2004, pág. 14.

Sin embargo la leyenda se adueñó del origen de la enseña aragonesa y lo vinculó a un muy difundido bulo que lo relacionaba con la casa condal de Barcelona, totalmente descartada en la actualidad por la crítica histórica.

Los historiadores Martín de Riquer y Menéndez Pidal atribuyen al historiador, conocido por sus fabulaciones e inventos, Pere Antoni Beuter (1490-1555), en su obra “Segunda Parte de la Crónica General de España”, impresa en Valencia en 1551, la invención de la leyenda muy difundida que atribuye el origen de las barras de gules en campo dorado a un episodio épico de la biografía del conde Wifredo el Velloso, «Guifré el Pilós», fundador de la casa de Barcelona. Según este relato, Wifredo, tras contribuir en combate a una victoria franca sobre los normandos, recibió del emperador franco Luis el Piadoso un escudo amarillo en premio sobre el cual, el mismo rey pintó, con los dedos manchados de sangre de las heridas del conde, los cuatro palos rojos.

Esta leyenda tal cual, carece de fundamento histórico, pues ni el uso heráldico ni el emperador fueron contemporáneos de Wifredo. Martín de Riquer y Faustino Menéndez Pidal de Navascués consideran que Beuter adaptó para su relato una crónica de la Demanda del Santo Grial en la que se describen las armas de los «Córdoba» de Castilla, que empleaban también palos rojos en su escudo. Posteriormente, el emperador de la leyenda fue sustituido por Carlos el Calvo en un intento de hacerla más verosímil cronológicamente.

El heraldista Armand de Fluvià también señala que dicha acción bélica es «pura invención» y que la concesión de armas al conde Wifredo «no resiste ningún análisis histórico dado que la heráldica todavía no existía en el siglo IX», concluyendo que con anterioridad a Beuter «no se halla ningún rastro de esta leyenda en la historiografía catalana».

Destruida por los científicos la leyenda del supuesto origen “catalán” de la Señera de la casa de Aragón, volvemos al uso de las dos barras rojas sobre campo dorado por Jaime I en la Conquista del reino de Valencia en 1238, exactamente la misma heráldica papal que usaban sus coetáneos papas Honorio III y Gregorio IX autor de la bula con cuya ilustración principal abro este artículo.

Así lo asevera el vexilólogo catalán Luis Domenech (1936) al confirmar que “la señera del conquistador era la de dos barras rojas sobre tres amarillas” en su libro “Enseñas nacionales de Cataluña” que junto con la iconografía de la época destruyen el mito del denominado “Penó de la Conquesta” de la Ciudad de Valencia el 9 de octubre de 1238, totalmente inventado por Antonio de Beuter en el siglo XVI que, junto con su también leyenda de las barras de sangre de Wifredo el Velloso,tanto juego ha dado al catalanismo.

El escritor Ricardo Garcia Moya en su libro “Tratado de la Real Senyera” reproduce un testimonio de las “Cantigues de Santa Maria” del 1260 que fueron personalmente supervisadas por Alfonso X el sabio, en el que en uno de los retratos del Rey Jaume I aparece en traje de Corte con el dibujo de las dos barras con los colores papales de aquella época.

Más revelador todavía, tal vez por su actualidad, fue el hallazgo en el mes de agosto de 2009 del escudo real durante las excavaciones que realizó el Ayuntamiento de Valencia en el área del propio Palacio Real. La noticia tuvo gran acogida por su importancia pero hubo quien vio las cosas de otro modo. Cuento en mi libro Palacio Real de Valencia, crónica viva del Regne de Valencia (2011) como el periódico LEVANTE-EMV relataba el hecho de esta manera: “Los arqueólogos que trabajan en las excavaciones del Palacio del Real, en el jardín de Viveros, se han topado con una grata sorpresa: el hallazgo de un elemento arquitectónico heráldico en el que aparece el escudo de los reyes de la corona de Aragón, gobernantes que acogió el Palacio en el siglo XI. El símbolo, que reproduce las cuatro barras del antiguo reino y que aparece rodeado de dos animales (uno de ellos un león), podría haber sido hallado en una capilla o sala del palacio”.

La manipulación no puede ser más burda. Basta con ver la pieza para concluir de inmediato que el escudo tiene dos barras y no cuatro. El perfil del escudo abriga tres palos de fondo esculpidos sobre los que destacan dos palos que eran los que originariamente eran los dos palos rojos del escudo de los reyes de Aragón. En total 5 y no 9 como manipula la información.

A Pedro el Ceremonioso le debemos los valencianos nuestra querida “Real Senyera Tricolor y Coronada” que en 1377 incorporó la corona real sobre las franja azul y las barras “en les seues Reyals letres que ell signa en sa ma, ço es en lo seu titol on se diu Rey darago de Valentia / en la L que es mijana letra daquets nom Valentia pinta de sa ma una corona”. Con ello, el rey modifica la heráldica, no sólo de la ciudad que utilizaba dos heráldicas distintas, una, la fortaleza sobre el agua, y otra, los dos palos rojos sobre fondo amarillo que compartían el Papa, el rey, la ciudad y el Reino. La franja azul queda reflejada en pergaminos de la época como los que se conservan en la Biblioteca Nacional de Paris que, por deseo de Carlos V en el 1368, se crea la “Biblioteque Royal” para la conservación de la heráldica y documentos de la época.

Así que, volviendo al principio me topé con la Bula de la Universidad de Paris de 1231 del Papa Gregorio IX donde aparece el escudo de Aragón de dos barras rojas sobres tres de oro que, como queda acreditado, es el de la heráldica papal de la época del inicio de la reconquista.

Jaime I, súbdito de la Santa Sede que acababa de otorgar bula de "cruzada" para la Conquista de Valencia, ostentaba, como sus antecesores, la enseña o senyal heráldica basada en su compromiso con Roma. Las senyeras de Aragón y del Papa protagonizarán la reconquista del reino moro de Valencia al que Jaime I tuvo que arrastrar a la nobleza de sus condados de la Marca Hispánica (hoy catalanes), feudatarios del rey de Francia, con ventajosísimas promesas y perdones a sus pecados de sexo y explotación y venta de musulmanes, ya que se negaban a participar en una guerra que no fuera "a sangre y rapiña". Jaime I lo impidió pero tuvo que pedir la ayuda de Roma para ello.


4.-FINAL

Cataluña es, pues, sinónimo de mentira porque el nacionalismo construye con la mentira todas sus estructuras para conseguir un fin determinado. Sobre la falsa estructura histórica, lingüística, arquitectónica, heráldica y política se convoca a los españoles de Cataluña a romper con el elemento básico de la soberanía: su indivisibilidad nacional. España es de de todos los españoles y cada una de las tierras y autonomías es propiedad de todos y cada uno de los españoles, en su conjunto, con un mandato legal superior de mantener indivisible e inquebrantable su voluntad colectiva.

Ayer, Jordi Pujol, volvió a hacer uso del mecanismo de la mentira para justificar sus tropelías fiscales. Hoy, Artur Mas, con el interés en sofocar el escándalo producido por el ex honorable, ha convocado a los catalanes a las urnas para romper con España.


Más de mil años después, la ambición de la clase política catalana tiene las mismas aspiraciones feudales que cuando dependían de la corona carolingia y francesa. Los Pujol, Carod Rovira, Artur Mas y Duran i Lleida son la viva imagen de los condes y demás clase feudal catalana de la antigua Marca Hispánica que hace mil años hacían la vida imposible a los reyes franceses de los que fueron feudatarios y bajo cuya soberanía se enriquecieron durante los 5 siglos en que los condados catalanes fueron franceses.

La casta catalana, con capitalidad en Barcelona y capital en Suiza, vuelve a esgrimir el arma de la mentira para pedir soberanía y seguir enriqueciéndose sin la vigilancia del estado al que tantas veces han robado.


*Juan García Sentandreu es autor de 11 libros de historia, política y derecho.

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21
LA OPINIÓN DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA SOBRE LA LENGUA VALENCIANA
Documento extraido de la Real Academia de la Lengua Española.

CONSIDERACIONES SOBRE EL ORIGEN DEL VALENCIANO

Según la ciencia de la sociolingüística y desde cualquier ámbito internacional de esta disciplina científica, está plenamente demostrado y comprobado que la Lengua Valenciana es un idioma con una evolución, características e identidad diferente e independiente al de la lengua Catalana.

Está científicamente demostrado que por evolución y origen los dos idiomas presentan tal serie de diferencias que resulta imposible, artificioso e irracional tratar de unificarlos como una única lengua o pretender que uno derive del otro.

No es cierto y esta científicamente más que demostrado que la Lengua Valenciana sea un dialecto del catalán. Sí que es cierto la existencia, al menos en su origen, de una gigantesca cultura unificada que disponía de su propia lengua, la de OC, perteneciente a un conjunto europeo formado por Occitania
y Aragón.

A día de hoy, según la sociolingüística, son dos idiomas separados y autónomos, con rasgos y características diferentes que los configuran como dos lenguas distintas que no pueden aglutinarse bajo una misma normativa lingüística.

En el XVI Congreso Internacional de Lengua y Filología Románica se propuso por parte de los catalanes la firma de un documento que reconociese la unidad del catalán y del valenciano. De 723 congresistas sólo 36 firmaron el documento que afirmaba la unidad de la lengua catalana y valenciana. De los 687 que no firmaron destaco algunos nombres: Karlo Budor, Zagreb; Silvia Faitelson, Québec; Ulrike Vom Bruck, Munich; Flora Klein, Georgetown, USA; Norioski Miyake, Japón; Jorge Stepanov, Moscú; Bernard Pottier, Sorbona; Ettore Finazzi, Roma.

Hace tiempo ya se demostró (aunque hoy en día el catalanismo lo niegue y esconda), que el Catalán es un dialecto de la Lengua Occitana, que llegó desde el sur de Francia, durante la Alta Edad Media, a las tierras de los Condados Francos de la "Marca Hispanica" (condados desunidos que mucho más tarde se aglutinarían formando Cataluña). Fué en esa época y durante la "Reconquista" cuando esos condados se llenaron de occitanos que hablaban en lengua Occitana ("Languedocien" más concretamente), del que nació el dialecto "Occitano del sur", conocido popular y tradicionalmente como "Catalán".

El punto diferencial entre la Lengua Valenciana y la Catalana estriba en que el "Catalán" recibió en la Edad Media un aporte muy importante de hablantes occitanos sobre un substrato de carácter también occitano (más antíguo), mientras que el idioma Valenciano se desarrolló a partir de un substrato mozárabe que hablaba un "romance Valenciano" derivado del latín vulgar, que recibió un aporte mucho más heterogéneo de hablantes.

Este hecho diferencial entre el Valenciano y el Catalán es el que determina que sean dos idiomas diferentes, ya que al observar los inicios de las dos lenguas queda claro que el Valenciano no nace como un dialecto del Catalán, sino como transformación de un romance Valenciano autóctono bajo la influencia de otras hablas romances superpuestas a éste.

"Agua pasada no mueve molino", lo que quiere decir que, aunque en la Edad Media (hace 800 años), el Valenciano y el Catalán pudieran haber sido más parecidos, hoy en día están claramente diferenciados y son dos lenguas con una evolución distinta y separada, que pertenecen cada una a un colectivo social y político distinto e independiente el uno del otro.

El intento de todos los que hoy en día, por intereses políticos y económicos, quieren que el Valenciano se parezca artificiosamente al Catalán, es una maniobra involucionista antinatura que no se ajusta a la realidad evolutiva de la lengua.

Por todos los motivos expuestos, la Lengua Valenciana tiene todo el derecho, desde el dictamen científico de la sociolingüística, a mantener su nombre histórico de "Valenciano" o "Lengua Valenciana", a tener una normativa lingüística propia valenciana y a defenderse de todos los ataques que padece por parte de los grupos pan/catalanistas que quieren cambiarle su nombre por el de "Catalán" y transformarla en dialecto Catalán aplicándole artificiosamente la normativa lingüística catalana (todo eso con el ánimo de incluir a las tierras valencianas dentro de unos ficticios "Països
catalans" ("Eurorregió"), para darle mayor peso político a las ambiciones separatistas de Cataluña respecto al Estado Español).

TESTIMONIOS HISTORICOS SOBRE EL NOMBRE E IDENTIDAT DE LA LENGUA VALENCIANA

Fra Antoni de Canals (1352-1419), frare dominic com Sant Vicent Ferrer, en el pròlec de la seua traduccio del "Valeri Maxim" aclarix que realisa una traducció de la òbra a la llengua Valenciana, sabent que atres ya la han fet en llengua catalana. Testimòni indiscutible de que ya en aquell temps el Valencià i el catala eren consideraes dos llengües diferents:

Bonifaci Ferrer (1478) germa de Sant Vicent Ferrer, escrivia en l'ultima fulla de la Biblia traduida al Valencià i impressa en Valéncia Luis de Fenollet (1481) en "Historia de Alexandre de Quinto Curcio", en la present LENGUA VALENCIANA transferida...".

Miquel Perez (1482. 1494) en les seues òbres "La imitacio de Jesuchrist" i "Vida de la
Sacratissima Verge Maria".

Joan Esteve (1488) en la seua òbra "Liber Elegantiarum", diccionari Llati-Valencià, diu:

Johanot Martorell (1490) en la seua òbra "Tirant lo Blanch", impressa en Valéncia.

Joan Roïç de Corella (1496) en la seua òbra "Primer part del Cartoixa

Francesch Eximenis (1507) teòlec catala, en la seua òbra "Scala Dei", diu que traduix del Llemosí a Llengua Valenciana.

Fra Tomas de Vesach (1511) en la seua òbra "La vida de la Seraphica sancta Catherina de Sena" diu:

Joan Bonlabi (1521), catala de Tarragona, en la seua traduccio de "Blanquerna" (de Ramon Llull) a la llengua Valenciana demana disculpes per no ser expert en ella, ya que li resulta forastera.

CONSIDERACIONES SOBRE EL ORIGEN DEL VALENCIANO

Rafael Martí de Viciana (1574) en la seua òbra "Libro de alabansas de las LENGUAS Hebrea, Griega, Latina, Castellana y VALENCIANA", entre multitut de referències a la llengua Valenciana.

Desde su fundación como Reino cristiano "Reino de Valencia" en 1238 por el rey Aragonés Jaume I, nunca ha estado políticamente subyugada a Cataluña, sino al contrario, siempre ha sido un Reino Libre, Soberano y con Previlegium Magnum, independiente y en ocasiones enfrentado a los catalanes. El único punto en común con Cataluña era que ambos, junto al Reino de Aragón (y otros territorios), pertenecían a la Corona de Aragón. Pero cada territorio con sus propias leyes, fueros, costumbres, instituciones y lengua. Y por supuesto sin que los catalanes tuvieran ningún grado de privilegio o potestad sobre el resto de miembros de la corona aragonesa, menos aún cuando Valencia poseía rango de Reino y Catalunya era una simple referencia a una serie de condados independientes los unos de otros, entre los que el de Barcelona tenía cierta preponderancia sobre el resto (de condados).

Lengua propia que tenía y tiene el pueblo Valenciano. Y "Valenciano" es su nombre. En el fondo y en la superficie los catalanes saben que se trata de dos idiomas diferentes y diferenciados, tanto en orígenes como en evolución. Pero como se parecen tanto...no han podido sustraerse a la tentación de utilizar la manipulación y el engaño lingüístico para tratar de obtener benefícios políticos y económicos.

Su razonamiento es simple (simplón más bien): "Como el idioma Valenciano tiene similitudes con el Catalán diremos que el Valenciano es dialecto del Catalán; por lo tanto (y aquí aparece la pirueta político-lingüística que les da derecho a trinque) como en la Comunidad Autónoma Valenciana se habla Catalán (variante), los que lo hablan son catalanes y sus tierras son Cataluña".

Mínimo ejemplo de algunas de las muchisimas diferencias entre valenciano y catalan:

1) Valencià: Este, esta, estos, estes.
Catala: Aquest, aquesta, aquests, aquestes.
2) Valencià: Este - Eixe - Aquell (la mateixa arraïl p'a la variant femenina i els
plurals).
Catala: Aquest - Aqueix - Aquell (la mateixa arraïl p'a la variant femenina i els
plurals).
3) Valencià: Açi - Ahi - Alli.
Catala: Aquí - (no té) - Allí.
4) Valencià: Meua, teua, seua.
Catala: Meva, teva, seva.
5) Valencià: Mosatros, vosatros, mos, vos.
Catala: Nosaltres, vosaltres, ens, us.
6) Valencià: Atre, atra, atres.
Catala: Altre, altra, altres.
7) Valencià: Huit, dènèu, xixantahuit, doscentes, millo, quint, sext, vigesim.
Catala: Vuit, dinòu, seixanta-vuit, dues-centes, milio, cinqué, sisé, vinté.
8) Valencià: Pos mentres que no prenga molt de pa en chocolate (us de "-a", us de "en").
Catala: Doncs mentre que no prengui gaire pa amb xocolata (us"-i", us de "amb").
9) Valencià: Hui, els bòus estan en Muchamel (us del vèrp "estar", us de "en").
Catala: Avui, els toros son a Mutxamel (us del vèrp "ser", us de "a").
10) Valencià: Els autors han segut uns chics pròu jovens (vèrp "ser" en formes passives).
Catala: Els autors han estat uns nois bastant joves (vèrp "estar" en formes passives).
11) Valencià: Davant de mí està el sapo ("de + mí/tú/ell/mosatros/vosatros/ells).
Catala: Davant meu es el gripau ("meu/teu/seu/nostre/vostre/llur).
12) Valencià: Deu ser vèrt, com l'herba, no roig o roch (terminacio "-t").
Catala: Ha de esser vèrd, com la gespa, no pas vermell (terminacio "-d", negatiu "pas").
13) Valencià: Ademes, lo pijor es que yo pense aixina (us de "lo", us de "-e").
Catala: A mes a mes, el pitjor es que jo penso aixi (us de "el", us de "-o").
14) Valencià: Dos hòmens menuts i dos chiques boniques (us de "menut/chicotet").
Catala: Dos homes petits i dues noias macas (us de "petit" diminutiu, "dues" femeni).
15) Valencià: Se diu molt pronte com parar un servici roïn (us de "se" impersonal).
Catala: Hom diu força aviat com aturar un servei dolent (us de "hom" impersonal).
16) Valencià: Articul, vehicul, vincul (us de "-cul". Excepte "muscle", "mascle").
Catala: Article, vehicle, vincle (us de "-cle").
17) Valencià: Formalisar, realisat, analisà (us de "-isar", "-isat", "-isà").
Catala: Formalitzar, realitzat, analitzada (us de "-itzar", "-itzat", "-itzada").
18) Valencià: Chufa, chutar, che (us de "ch-").
Catala: Xufla, xutar, xe (us de "x-").
19) Valencià: Mege, plaja, coche (us de "g", "j", "ch").
Catala: Metge, platja, cotxe (us de "tg", "tj", "tx").
20) Valencià: Novela, ilicità, colège (us de "l").
Catala: Novel.la, il.licità, col.lègi (us de "l.l").
21) Valencià: Pronte, conte, assunt (us de "n").
Catala: Prompte, compte, assumpte (us de "mp").
22) Valencià: Pobrea, rarea, durea (us de "-ea").
Catala: Pobresa, raresa, duresa (us de "-esa").
23) Valencià: Cremà, amparàes, llauraor, ballaora, melaet, picaeta (sense "d" intervocalica).
Catala: Cremada, emparades, llaurador, balladora, meladet, picadeta ("d" intervocalica).
24) Valencià: Regateig, braceig (us de "-eig").
Catala: Regatejo, bracejo (us de "-jo").
25) Valencià: Noroest, surest, surafrica.
Catala: Nord-oest, sud-est, sud-africa.
26) Valencià: Carlos i Ampar estan ahi menjant pòlp (sense articul davant de nòm pròpi).
Catala: El Carles i la Empar son allí menjant pòp (us d'articul davant de nòm pròpi).
27) Valencià: Eixir, agarrar, parar, vore, tindre, vindre, assentarse, naixer, traure...
Catala: Sortir, agafar, aturar, veure, tenir, venir, seure, neixer, treure...
28) Valencià: Insistixc, seguixc, sapien, creguen, haigga, feres, donares, referix...
Catala: Insisteixo, segueixo, sapiguen, creguin, hagi, fessis, donessis, refereix...
29) Valencià: Elig (us de "-ig" so "ch" castellana).
Catala: Elx (us de “-X “ so “ ch “ francesa).

RELACIÓN DE SEÑORES ACADÉMICOS QUE RECIBIERON AL P. LUIS FULLANA MIRA COMO ACADÉMICO DE LA LENGUA VALENCIANA EL 11 DE NOVIEMBRE DE 1928.

DIRECTOR ............................................ D. Ramón Menéndez Pidal
SECRETARIO ......................................... D. Emilio Catarero y Mori
CENSOR .................................................. . D. Leopoldo Cano y Masas
BIBLIOTECARIO ..................................... D. Francisco Rodríguez y Marín
TESORERO .............................................. D. Gabriel Maura y Gamago
VOCAL ADICTO A LA COMISIÓN ....... D. José Alemany y Bolufer

Firmado por los Académicos de Número a fecha de hoy 02 de septiembre de 2007

ACADÉMICOS DE NÚMERO:

D. Cipriano Muñoz y Manzano
D. Julián Ribera y Tarrago
D. Ricardo León y Román
D. Pedro de Novo y Colsán
D. Wenceslao Martínez de la Villa Urrutia
D. Carlos María Cortego y Prieto
D. Juan Armada y Losada
D. Miguel Asín Palacios
D. Miguel de Sandoval y Cutuli
D. Emilio Gutiérrez Gamero
D. Leonardo Torres Quevedo
D. Serafín Álvarez Quintero
D. Armando Palacio Valdés
D. Julio Casares Sánchez
D. Manuel Linares Ribas
D. Juan Gualberto López-Valdemoro
D. José Martínez Ruiz (Azorín)
D. José Francos Rodríguez
D. Joaquín Álvarez Quintero
D. Eduardo Gómez de Baquero
D. Vicente García de Diego
D. Leopoldo Eijo Garay
D. Amalio Gimeno, Conde de Gimeno


Documento extraido de la Real Academia de la Lengua Española.

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  Última edición por ERAGON; 21-Jan-2015 a las 21:17  
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¿Quién fundó Valencia?

Un discreto porcentaje de nuestros escolares, víctimas inocentes del pésimo sistema educativo que padecemos, acertaría a ubicar la fundación de Valencia en época romana, pero ahondar en más detalles sobre aquel relevante hecho histórico supondría todo un reto para muchos docentes y estudiantes. Por tanto, saber quién fue el inductor y ejecutor de que hoy vivamos donde vivimos es hilar fino. Hablaremos hoy del hombre al que la historia atribuye tal decisión.

Décimo Junio Bruto, apodado Galaico, nació en Roma en el 180 a.C. Miembro activo de la aristocracia romana, fue hijo del cónsul del 174 a.C. Marco Junio Bruto y abuelo de Bruto Albino, el senador que acompañó a César desde su casa al Senado aquella fatídica mañana de los idus de Marzo del 44 a.C. Dentro del cursus honorum que todo individuo de su posición social debía cumplir, fue cónsul en el año 138 a.C. junto a Publio Cornelio Escipión Nasica, nieto del Africano, el que venció a Aníbal, y enconado detractor de sus primos, los dos Sempronio Graco, y sus políticas sociales antagónicas a la aristocracia, como la compra estatal de grano al pueblo. No cabe duda de que ambos cónsules debieron de ser hombres enérgicos y vehementes, pues se sabe que el tribuno de la plebe de aquel año, Cayo Curiacio, acabó encausándolos por la crueldad que aplicaron reclutando tropas para sus respectivas legiones.

Centrémonos en nuestro hombre. Décimo Junio Bruto llevó sus dos legiones a la Hispania Ulterior, donde la situación todavía era muy tensa. Hacía menos de un año que Viriato, el gran caudillo de los lusitanos, había sido asesinado a traición por tres de sus colaboradores iberos (Ditalcos, Minuros y Audax) y el territorio estaba en una situación complicada. Un tal Tántalo había sustituido a Viriato como caudillo de los lusitanos, pero carecía del carisma y empuje de su antecesor. Mejor diplomático que soldado, Tántalo llegó a un acuerdo definitivo con Bruto para el cese de las hostilidades. Los indígenas obtuvieron las tierras que tanto habían demandado desde antes de Viriato, mientras que el cónsul consiguió la paz en la frontera que necesitaba para meterse de lleno en su proyecto: la conquista del misterioso norte de Lusitania.

Podría ser que parte de aquellos lusitanos fueron desplazados a la Citerior, para formar parte junto a dos mil legionarios licenciados de Apulia y Campania de la fundación de una nueva colonia latina en tierras hispanas, la segunda después de Carteia (hoy en el polígono de San Roque, Algeciras), a la que, según Tito Livio, se le llamó Valentia. Los restos arqueológicos de los utensilios de los primeros colonos apuntan en el origen itálico de los mismos.

Esta es la frase del historiador que aparece en su Ab Urbe Condita:Anno Urbis conditae DCXVI Junius Brutus consul in Hispania ist, sub Viriatho militaverunt, agros et oppidum dedit, quod vocatum est Valentia. “En el año 616 de la fundación de Roma, Junio Bruto cónsul en Hispania, a los que habían luchado en tiempos de Viriato, concedió campos y una ciudad a la que se llamó Valentia”.

Tras esta concesión inusual, pues Bruto no tenía competencias en la Hispania Citerior, volvió a la Ulterior para desde allí emprender la conquista de Gallaecia. La campaña fue un rodillo, pues las legiones de Bruto eran invencibles para los celtas galaicos. Como anécdota curiosa, cuenta la leyenda que cuando el cónsul llegó frente al río Lima sus hombres pensaron que habían llegado a las riberas del Laethes, el río legendario del olvido, que hacía perder la memoria a quien lo cruzaba. Para disipar toda superstición entre sus hombres, el propio Bruto cruzó solo el río y desde la orilla opuesta comenzó a llamar a sus oficiales por su nombre, demostrándoles que no era aquel el río del olvido.

Después de casi dos años de campaña, retornó a Roma en el 136 a.C. para celebrar un triunfo por todo lo alto frente a lusitanos y galaicos; desde aquel momento fue conocido como Décimo Junio Bruto Gallaico. Amigo personal del famoso poeta Lucio Accio y hombre fuerte de los optimates, siguió de pleno en la vida pública y militar hasta su muerte en el 113 a.C., siendo procónsul de Lusitania bajo el mando de Cayo Mario.

Así pues, según Tito Libio, a este hombre duro, terco y audaz le debemos la ubicación de sus veteranos en aquel pequeño altozano en la isla fluvial del Turius, a menos de dos millas de su desembocadura, justo en el vado del río de la Via Heraclea entre Saguntum y el campamento permanente de Sucrone (probablemente Albalat de la Ribera) ¡Salve, Décimo Junio Bruto Galaico!.
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31/01/15Leer más · Gabriel Castelló







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Historia de Wifredo el Velloso y Carlos II el Calvo


Definición y diferenciación de lo que es y significa Leyenda y/o Historia

Leyenda:

Relato fantástico o parcialmente histórico que la tradición ha ido elaborando: la leyenda es un género literario que tiene su sede en la imaginación y se proyecta en la realidad, pintándola no como es sino como nos gustaría que fuera. Es la narración popular del folclore que en su origen se transmite oralmente.

Historia:

Disciplina que estudia y expone, de acuerdo con determinados principios, métodos y documentación hallada, los acontecimientos y hechos que pertenecen al tiempo pasado y que constituyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el momento presente.

Una de las leyendas o mitos más característicos de la historia nacionalista de Cataluña consiste en fijar al Conde Wifredo el Velloso como Conde o Rey de la Nación Catalana. Dando a entender que sustenta una especie de poder totalmente independentista al que se le quiere atribuir una estructura jurídico política lo más parecido a un Reino, un Estado a una Nación. Y sencillamente esto no es así.

Se le quiere atribuir a Wilfredo el Velloso que la Bandera del Reino de Aragón pertenece a Cataluña ya que el Rey Carlos el Calvo a la muerte de Wifredo el Velloso puso su mano en su herida y sobre su escudo marcó las cuatro barras.

Esto es una fantasía, es una leyenda, ya que Wilfredo el Velloso nace en el año 840 y muere en el año 897, y Carlos II el Calvo nace el 13 de junio del año 823 en Frankfurt de Maine (Alemania) y muere en el Monte Cenis, Avrieux el 6 de octubre del año 877. Es decir, que Carlos II el Calvo muere 20 años antes de la muerte de Wilfredo el Velloso, a no ser que resucitara a la muerte de Wilfredo el Velloso 20 años después. Por lo tanto si la resurrección científicamente no es aceptada, difícilmente este relato pudiera a ver existido.

Dejando claro al principio de este documento la diferencia entre Leyenda e Historia, vamos a redactar históricamente los hechos tal y como ocurrieron ya que lo peor de una mentira es una verdad a medias. No pretendemos ofender a nadie, sino documentar la realidad histórica, ya que los historiadores catalanes no han hablado de historia Catalana sino de histeria Catalana. Hay que dejar claro que toda esta histeria Catalana nace en el siglo XIX y como no podía ser de otro modo, se trata de una intelectualidad militante basada en el romanticismo imperialista y como no podía ser de otra manera el romanticismo despertó un interés por lo medieval y esto hizo que los historiadores catalanes buscaran en crónicas y leyendas fantásticas con la intencionalidad consciente y larvada, influyendo decisivamente en la interpretación de lo encontrado. De esta forma los historiadores catalanes de este momento se dedicaron a construir la historia con sentimentalismo, fantasía, y con pasión con un trasfondo político que deriva en una carencia de la veracidad histórica llegando a la falsificación de la historia y a enmascarar unas leyendas en documentación histórica. No se trata de culpar a nadie de lo que posteriormente ha venido, sino de asumir la realidad de la historia y poner la documentación histórica sobre la mesa, apartando las leyendas, las fantasías de la historia y lo a histórico y acientífico de lo científico.

Por lo tanto, basándonos en la documentación histórica, nos encontramos que la actual Cataluña son los territorios históricos de la Marca Hispánica, recordemos aquí que la Marca Hispánica fue creada en el año 801 por Carlomagno, gracias al pacto que firmó con el Califa Solimán el Arabí en año 777, y que sería la marca de los territorios que él conquistara a los musulmanes en la Península Ibérica, es decir, en Hispania. En esta Marca Hispánica, recordemos que el Rey Franco Carlomagno ejerció su control de Rey absoluto él y sus descendientes, desde su único hijo Luis I hasta Luis IX en el año 1253, que se firma el Tratado de Corbeil. Tras este tratado, este territorio que forma la Marca Hispánica pasa a ser feudatario del Rey de Aragón, es decir se incorpora al Reino de Aragón.

La Marca Hispánica no era ni más ni menos que unos territorios de frontera, una frontera dentro de Hispania que dividía, separaba unos territorios dominados por los árabes y otro territorio gobernado por el reino Franco, y respetando ambos el pacto que ambos firmaron el año 777, renunciando ambos a mayores incursiones y conquistas, ni pretensiones expansionistas. Por lo tanto, la Marca Hispánica no era ni más ni menos que eso, una marca divisoria, una zona fronteriza que dividía la Hispania gobernada por el Reino Franco y la Hispania de los árabes.

Recordemos que la forma de gobernar del Reino Franco era similar al Romano. Los Romanos dividían sus territorios en Provincias y en Conventus, mandando a gobernar a las Provincias a los Gobernadores y a los Conventus a los Procuradores que eran magistrados elegidos a dedo por el emperador Romano. Pues bien, en el Reino Franco ocurría más o menos lo mismo, el Rey dividía sus territorios en Provincias en la cual nombraba a un magistrado o administrador a dedo denominándole Dux, es decir, en Hispania Duque, y como las Provincias se dividían en Ciudades, el Rey nombra al frente de cada una de ellas a otro magistrado o administrador, un “Come, Comte o Conde”, y el cargo administrativo de los territorios fronterizos “Marca” es denominado Marquis. Estos cargos son cargos políticos administrativos elegidos a dedo por el propio Rey. Nada tiene esto que ver con la nobleza, con los Titulos Nobiliarios y el ius sanguinis. Por lo tanto, estos administradores no eran ni más ni menos que unidades administrativas del Reino Franco, teniendo si se quiere alguna autoridad más o menos a la hora de gobernarlas pero siempre bajo la supervisión del propio Rey, por consiguiente, la Marca Hispánica no era otra cosa que una zona de frontera dentro de Hispania, por lo que, los Reyes Francos a los administradores que enviaban a gobernar la Zona de Frontera en la Marca Hispánica como hemos comentado anteriormente son denominados Marquis.

Wifredo el Velloso, Marquis de la Marca Hispánica, es decir, el gobernador administrativo elegido a dedo por el propio Rey para administrar la zona de frontera.

Para llegar a la Marca Hispánica empecemos desde el principio:

Tras la conquista de los árabes en Hispania en el año 711, estos ocupan toda la Península Ibérica con sus aliados los bereberes, que continúan su avance hacia el norte cruzando los Pirineos. En el año 725 habían conquistado ya Languedoc y gran parte de la Borgoña actual e intentaban llegar al centro del territorio franco. La intervención del administrador Dux “Duque” de Aquitania Eudes, pudo detener en el 721 el primer avance en Toulose y, aliándose con el gobernador bereber de Septimania, Munuza, ofreciéndole en matrimonio a su hija, consiguió que los musulmanes se retiraran a la Península Ibérica. Este hecho hace que el gobernador árabe Abderramán se enfureciera y se enfrentara a Munuza matándolo, y lanzando una expedición puntiva contra Aquitania. En el año 732 comienza una importante ofensiva contra los francos con el fin de tomar el santuario de San Martín en Tours. El "Dux Duque" Eudes no puede hacer frente él solo a esta acometida y solicita ayuda de Carlos Martel el 19 de octubre de 732.

Carlos Martel nace en Bélgica el 23 de agosto de 686 y muere en Quiezy al sur de Francia el 22 de octubre de 741, era hijo ilegítimo de Pipino de Hristal apodado el Joven, Mayordomo de Austrasia. Carlos Martel no era Rey si no que tras la muerte de su padre en el 715 pasó a ser mayordomo de palacio, que vendría a ser una especie de primer ministro favorito. Carlos Martel acude a la llamada de socorro del "Dux Duque” Eudes el 19 de octubre de 732 reuniéndose Carlos Martel con el "Dux Duque” Eudes en Moussais (actual Vienne), entre Tours y Politiers. Carlos Martel comanda un ejército de francos de infantería veterana de 15.000 a 75.000 hombres, que se tuvieron que enfrentar al caudillo árabe Abderramán que cuenta con un ejército de 60.000 a 400.000 hombres. Ante este desnivel de tropas, Carlos Martel decide utilizar las antiguas calzadas romanas, esperando atacar por sorpresa y coger desprevenidos a los invasores musulmanes. Según las crónicas musulmanas de la batalla, las tropas árabes fueron sorprendidas ofreciendo gran resistencia y Carlos Martel derrotó al ejército musulmán matando al Emir Abderramán.



Carlos Martel venció a los musulmanes en la histórica batalla de Poitiers. Tras esta victoria continuó luchando contra los musulmanes para echarlos de la Galia. Las tropas musulmanas no fueron vencidas en todos los frentes. Toman Aviñón y Arles y en 735 atacaron la Borgoña. Muchos señores borgoñeses pactaron con los árabes. Carlos Martel les obligó a retirarse al valle del Ródano en 736, conquistó Aviñón en 737, todos los señores que habían colaborado con los árabes fueron castigados y sus bienes repartidos entre los guerreros francos. A los árabes ya sólo les quedaban Narbona y Provenza. Tras duros enfrentamientos de Carlos Martel contra los árabes no pudo conquistar Narbona. Se alía con los lombardos para reconquistar Narbona y la Provenza. Sin poder conquistar Narbona y Provenza, pero estas batallas contribuyeron a unificar el Reino Franco en torno a Carlos Martel. A pesar de que tenía un inmenso poder, nunca quiso ser Rey y murió como Mayordomo de palacio.
Carlos Martel tuvo dos hijos, Carloman que pasó a ser Mayordomo del Palacio de Austrasia, dedicándose plenamente a la iglesia y Pipino el Breve que pasó a ser Mayordomo de Palacio de Neustria tras la muerte de Carlos Martel, poco después, mató a su Rey Merovingio, Childerico III, destronándole y acabando con la dinastía Merovingia y convirtiéndose el mismo en monarca en 751 en Soissons, fundando la dinastía Carolingia.

Pipino repartió el reinado a su muerte, en el año 768, entre sus hijos Carlos I el Grande y Carlomán. Retirándose Carlomán a un monasterio y muriendo poco tiempo después (asesinado por su hermano), dejando a éste como único Rey, que pasaría más tarde a ser conocido como Carlomagno. Este Rey posteriormente se convertiría en una leyenda para la historia, tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el Papa. Debido a que el Papa de Roma, Adriano I, le pidiera a Carlomagno que conquistara los pueblos de los Lombardos, ya que estos amenazaban al Papa de Roma. Esto hizo que Carlomagno sometiera a estos pueblos y continuara su expedición de conquista contra los Sajones de la Península Danesa, pueblo guerrero de gran espíritu de independencia y no cristianizado, que le ofrecieron heroica resistencia. Tras numerosas compañas, en el año 785 los sajones fueron sometidos por Carlomagno, aceptando el bautismo y a ser gobernados por él.

Carlomagno tras someter a los Lombardos y Sajones, lleva su afán de conquista a Hispania, con el fin de conquistarla. Obteniendo duros y sangrientos enfrentamientos con los musulmanes y los hispano-romanos de Hispania. Estos sangrientos enfrentamientos quedan reflejados en los documentos históricos cuando Carlomagno y su primer General Roldand, se enfrentaron con los musulmanes y los hispanos de la Península Ibérica donde sufrió su mayor derrota histórica en la famosa Batalla de Roncesvalles a manos de los musulmanes y los hispanos, esta derrota generaría el famoso cantar de gesta sobre Roland o conocido en Hispania como Roldán.
En el año 777 el Califa Solimán el Arabí Califa de Zaragoza, que se ve amenazado por el Emir Abderramán I que pretendía apoderarse de Zaragoza y Solimán el Arabí, por sí solo ve difícil enfrentarse con éxito al Emir Abderramán I, solicitó el apoyo del Rey Franco Carlomagno, que aceptó de inmediato el auxilio de Solimán el Arabí, a cambio de firmar un pacto de marcar los territorios del Rey Franco Carlomagno en el Imperio de Al-Andalus de Hispania, de cuyas tierras él pueda conquistar. Este pacto lo pide el Rey Franco Carlomagno con el pretexto de ensanchar sus dominios en la Península Ibérica, al otro lado de la cordillera Pirenaica, y además crear una serie de fortalezas militares con el fin de frenar el avance musulmán, apartando a los musulmanes de Hispania de las fronteras del Imperio Carolingio, ya que todos los intentos de penetrar en la Península Ibérica hasta ese momento habían sido un auténtico fracaso.


Aprovechando Carlomagno el pacto con el Califa Solimán el Arabí, que firmaron ambos en el año 777, Carlomagno Rey de los Francos conquista a los musulmanes en la Península Ibérica, Gerona, Barcelona, Urgell, Besalú, Conflent, los Valles y todos los demás territorios. Esta empresa militar le lleva al Rey Carlomagno desde el año 785 hasta el 801. En el año 801 Carlomagno crea la Marca Hispánica, ejerciendo allí su control de Rey. De esta forma Carlomagno consiguió ampliar el Imperio Carolingio al otro lado de los Pirineos.

En el año 788 Carlomagno sometió a los bárbaros a su poder Imperial, y entre los años 791 y 796 Carlomagno y su ejército de Francos conquistaron el territorio de los Ávalos (que en términos generales corresponden a las actuales ciudades de Hungría y Austria). Carlomagno estableció de este modo el dominio Franco sobre muchos otros pueblos, había construido de hecho un Imperio y se había convertido en un Emperador. Únicamente le faltaba adoptar el Título de Rey. El día de Navidad del año 800, Carlomagno se arrodilló ante el Papa en la basílica de San Pedro en Roma. El Papa León III colocó sobre su cabeza una Corona y la gente reunida en la iglesia le aclamó como el gran y pacífico Emperador de los Romanos. El biógrafo de Carlomagno, Eginardo, relata que el Rey quedó sorprendido por esta coronación y que si él hubiera sabido con antelación lo que en la realidad ocurrió no habría entrado en la iglesia aquel día. Esta información ha sido objeto de muchas especulaciones entre los historiadores. Probablemente Carlomagno deseaba y esperaba obtener el Título Imperial, que posteriormente utilizó. En el año 814 designó a su sucesor al único hijo que le quedaba, Luís, que pasó a ser conocido como Luís I el Piadoso o Ludovico Pío, y Carlomagno lo coronó personalmente.



La administración de Carlomagno estableció una capital regia más duradera de lo que había sido la de sus predecesores. Su residencia preferida se situó en Aquisgrán desde el año 794. Allí había construido una iglesia y un gran palacio, basado en gran parte en las influencias arquitectónicas tomadas de Revena y de Roma. Dándose cuenta de la gran ignorancia que existía en su Reino, en su palacio reunió a los eruditos de toda Europa, el más famoso de los cuales fue el clérigo inglés Alcuino de York, al que puso a cargo de las escuelas palatinas. La administración del Imperio Carolingio fue confiada a unos 250 administradores reales denominados Condes. Estos Condes eran elegidos a dedo por el propio Rey, y él era el soberano (Dominus) absoluto de los Condes, de los ejércitos, de los territorios y de las gentes que ellas vivieran.



Carlomagno emitió cientos de decretos, llamados capitales, tratando un amplio abanico de asuntos, desde cuestiones jurídicas y militares hasta cuestiones relativas a monasterios, a la educación y a la gestión de dominios Imperiales. El Imperio Carolingio no se amplió después del año 800; de hecho, ya en la década del año 790 las costas y los valles ribereños sufrieron las primeras y temibles incursiones de los Vikingos. Carlomagno ordenó una especial vigilancia en cada puerto de su Imperio, pero con escasa efectividad. Carlomagno murió antes de que la completa y destructiva fuerza de los Vikingos se desatara sobre el Imperio Carolingio.

Luís I el Piadoso o Ludovico Pío, hijo y sucesor de Carlomagno, nació en Chasseneui-du-Poitou en 778, murió el 23 de junio de 840 en Ingelheim del Rin. Fue Rey de Aquitania desde 781 a 814, Emperador de Occidente y Rey de los Francos desde el 28 de enero de 814 hasta su muerte. A excepción del 833 y 834 que fue desposeído por sus hijos. Tuvo 4 hijos; Lotario, Pipino, Luís II, Carlos II el Calvo.

Al frente del gobierno de Aquitania se le encomendó la defensa de la frontera suroeste del Imperio de su padre. Conquistó de nuevo Barcelona a los musulmanes en el 801, nombrando como administrador “Comte, Conde” a Bernardo de Poitiers, e impuso la autoridad imperial franca sobre Pamplona y las regiones Vascas en 813. Como emperador, numerosas catástrofes marcaron el comienzo de su reinado, siendo de especial relevancia el trato brutal que dispensó a su sobrino Bernardo. El acto de contrición que realizó como consecuencia de ello mermó considerablemente su autoridad e influencia.

El emperador elaboró la Ordinatio Imperii, que es de decreto imperial que establecía el criterio sucesorio a seguir tras su fallecimiento. Aunque ya había concedido a sus hijos Lotario y Pipino los territorios de Baviera y Aquitania, respectivamente sin cederles los Títulos reales, con este decreto el imperio quedaba dividido entre sus tres hijos y su sobrino Bernardo:

Su primogénito Lotario fue coronado coemperador y heredaría la mayoría de los territorios.
Bernardo heredó el Reino de Italia de Pipino de Italia y fue coronado como Rey de Italia.
Pipino fue coronado Rey de Aquitania, incluyendo Gascuña, la Marca de Toulose que comprendían Carcasona, Autun, Avallon y Nevers.
Luís el Germánico hijo menor fue coronado Rey de Baviera y Señor de las Marcas adyacentes al mismo reino.

La Ordinatio Imperii establecía que si uno de los monarcas moría, le sucederían sus herederos; en el caso de que un monarca falleciera sin descendencia, sus dominios reverterían a la casa imperial. Si el primogénito en este caso Lotario fallecía sin herederos, el pueblo, es decir, la asamblea de los francos, elegiría a su sucesor. El Imperio debía continuar unido, por lo tanto, el emperador tenía toda la autoridad sobre los otros reyes, que le debían obediencia absoluta.

Con este Real Decreto Luís trató de aunar el sentido de unidad imperial con concesiones de territorios a todos sus descendientes. Rompiendo con la tradición franca, que establecía que todos los herederos debían recibir el mismo estatus y la misma cantidad de territorios, de esta manera Luis elevó a Lotario por encima de sus hermanos menores, al concederle la mayoría de los territorios imperiales y la supremacía sobre los demás reyes.

Luís cuando intentó agregar a un cuarto hijo Carlos II el Calvo a este tratado, es cuando sus hijos se rebelaron desposeyéndolo de Rey y de Emperador entablando tres sangrientas guerras civiles. La primera guerra civil 818, la segunda 832, la tercera 837.

Estas tres guerras civiles desestabilizaron el Reino y el Imperio Franco que ya estaba debilitado desde el principio y durante todo su reinado, pero estas tres guerras civiles hicieron que el Imperio Carolingio comenzara a desmoronarse. Ni siquiera la muerte de su hijo Pipino en 338 detuvo la lucha por el Imperio entre los tres hermanos restantes.

Esta debilidad del Reino Franco y la desestabilidad política que producen tres guerras civiles, quisieron aprovecharlas los administradores políticos, tanto los de las Provincias denominados "Dux Duques”, como los de las Ciudades "Comte Condes”, como los de las zonas Fronterizas "Marcas Marquis”. Y así lo hicieron, los administradores políticos se sublevaron contra el emperador y sus hijos, los Daneses, Abroditas, Eslovenos, Bretones y Vascones que habitaban en las fronteras o Marcas del Imperio Franco. Los Sorbios iniciaron una rebelión en 816 a la que se unió Slavomir, antiguo líder de los Abodritas, que fue derrotado y muerto en la batalla, y fue sustituido por Ceandrago en 818. Tras ellos se levantaron los Daneses. En el suroeste, una masiva concentración de soldados Eslavos a los que acaudillaba su administrador político "Dux Duque” de Panonia, Liudevit Posavski, este amenazó a los territorios del Drava y Sava. Enviaron a su encuentro al Arzobispo Cadolah con sus ejércitos y en la batalla de Friulli el Arzobispo perdió la vida y los Eslovenos invadieron su territorio en 820. En 821 el Rey Ludovico estableció una alianza con el administrador "Dux Duque” Borna de Dalmacia, y tres años después, los Eslavos del noroeste de de Bulgaria reconocieron a Luís I como su único Rey y Señor. En el 827 los Daneses al mando de su líder Omurtag volvieron a atacar a los francos recuperando las tierras.

En el extremo sur del Reino Franco, Luís I, mandó una fuerte expedición militar que derrotó y controló a los administradores "Dux Duques” de Benevento, Grimoaldo y Sico, sometiéndolos al Reino Franco.
En el territorio del suroeste se reveló el administrador "Dux Duque” Seguin de Gascuña, el cual fue derrotado y sustituido por el administrador "Dux Duque” Lupo al que en el 818 el propio Rey lo destituyó de ese territorio.

Ludovico enfermó tras haber reducido a todos los administradores sublevados, consciente de su estado, el Emperador ordenó su traslado desde su residencia de verano ubicada en la isla del Rin a su palacio de ingelheim am Rhein. El 20 de junio de 840 falleció en presencia de su hermano Drogo y de numerosos Obispos y eclesiásticos. Judith y Carlos II no asistieron al óbito, ya que se encontraban en Poitiers. Tras su muerte estalló una nueva guerra entre sus hijos, que no finalizaría hasta la firma del Tratado de Verdún en 843, por el cual el Imperio quedó finalmente dividido en tres Reinos Francos: Luís el Germánico, le corresponde el Reino Oriental formado por Germania, que esta está formada por las zonas al este del margen derecho del Rin y la ciudad de Maguncia, en el margen izquiedo. A Lotario I, le corresponde el Reino denominado Región Media que está formado por Italia, los Valles del Ródano, Saona, el Mosa, el Mosela y el curso bajo del Rin, denominada Lotaringia, sus capitales principales, Aquisgrán y Roma. Carlos II el Calvo recibe el territorio Franco Occidental (la futura Francia), es decir, los territorios de las cuencas de Escalda, del Sena, del Loira, Garona, y la Marca Hispánica.

El conflicto en torno a Aquitania no se resolvió hasta el 860.

En el 869 muere Lotario II, hijo de Lotario I, y la Lotarigia se reparte entre Luís el Germánico y Carlos II el Calvo. En 875 muere Luís II, hijo de Lotario I y Carlos II el Calvo fue nombrado Emperador, intentó reunificar el Imperio pero no fue por mucho tiempo y se quedo como Rey de los francos.

Tras la muerte del Rey y Emperador Luís I Ludovico, nos encontramos con un Imperio Franco dividido en tres Reinos y sus Reyes se muestran débiles, y esto hace que los cargos intermedios, es decir, los administradores políticos se manifiesten fuertes, por lo que estos administradores políticos de los distintos territorios que forman el Imperio Franco cada vez adquieran más poder de forma que la presión contra los Reyes es tan grande que estos administradores manifiestan a los Reyes que los nombramientos de los administradores denominados “Dux, Duques", "Comte, Condes", Marquis” que hasta ese momento obviamente no son hereditarios, si no designados a dedo por el propio Rey, recaigan en las personas que tengan abundancia de tierras, para de esta manera unir el poder de la propiedad de la tierra y el poder político. Los Reyes en un principio no aceptan dicha propuesta, ya que dicha propuesta equivale a que los administradores tengan más poder y los Reyes pierdan poder. Pero el asunto cada vez se pone muy serio tanto que todo apunta a otro levantamiento de los administradores contra los Reyes.

El asunto está tan feo que el propio Carlos II el Calvo crea lo que se denomina los “beneficios” que es un Título de poder político sin tierras o con dominio útil preservando el dominio directo para compensar un poco a los terratenientes, con esta fórmula nos encontramos por un lado el poder alodial, es decir, los dueños de las tierras, y el poder no alodial, el poder puramente político y administrativo, teniendo en cuenta que el único poder hereditario hasta este momento es la transmisión de la tierra, el poder alodial. El poder no alodial o político no es hereditario. Esto llevó a un conflicto ya que los administradores querían que de la misma forma que dejaban en herencia a sus hijos la propiedad de las tierras con ella se transmitiera el poder político, y este conflicto llevó a que se firmara la Capitular de Quercy. La Capitular de Quercy se firma el 16 de junio de 877, es una orden Real en la que establece el modo de cubrir las vacantes de los administradores políticos denominados, “Dux, Duques", "Comte, Condes", Marquis” dentro de su reino, ya que esta Real Orden no sólo tenía que cubrir las vacantes originadas por la muerte de un administrador sino que también por las posibles causadas por la espada al servicio del dominio del reino.

Carlos II el Calvo tiene un hijo llamado Luís al que apodan el Tartamudo.

Carlos II el Calvo, Rey de los Francos tiene que partir a Roma en auxilio del Papa, y al no fiarse de lo que pudiera hacer su hijo Luís el Tartamudo, le ordena que si en su ausencia se produjera una vacante por la razón que sea, se tienen que reunir todos sus ministros, juntos con los obispos y estos designarían a un sucesor interino, que ocuparía el cargo hasta que el Rey se enterara bien de lo ocurrido y decida si lo mantiene o nombra a otro, ya que este nombramiento interino de administrador político tenían preferencia los hijos o familiares del fallecido, siempre que fueran dignos, es decir, que tienen preferencia y no derecho. Por lo tanto el Tratado de la Capitular de Quercy es la Orden Real que daba a los hijos de los administradores políticos “Dux, Duques", "Comte, Condes", "Marquis”, la preferencia y no el derecho de sucesión de estos administradores fallecidos.

Durante el viaje de Carlos II el Calvo a Roma el administrador político “Comte, Conde” de Barcelona, en la Marca Hispánica, Bernardo de Gothia, aprovechó la debilidad del Estado Franco y el viaje de Carlos II el Calvo a Roma para sublevarse contra Luís el Tartamudo pidiendo la independencia. Al regreso de Carlos de Roma fue vencido por el Rey y sus ejércitos ejecutándolo, y el Rey Carlos II el Calvo entregó dicha ciudad a Wifredo el Velloso que era Administrador “Conde” de Seo, de Urgel, Gerona, Ausona, y ahora de Barcelona. A partir de este momento la ciudad de Barcelona toma una cierta preeminencia ya que, Wifredo tiene una personalidad acusada, ostenta el Título de “Marquis” administrador político “cuidador” de la Marca Hispánica. Pero Wifredo el Velloso, aunque era un hombre de carácter y de personalidad importante, nunca quiso ser independiente, siempre se consideró un súbdito del Rey franco, entre otras razones porque si llegó a ser administrador “Conde” de Barcelona fue porque el rebelde Gothia fue vencido y ejecutado por los Reyes francos y le nombraron a él. Por lo tanto Wifredo nunca creó ni configuró ninguna Nación catalana ni Reino, ni Principado ni nada que se pareciera, entre otras cosas porque no existía. Wifredo se dedicó a reploblar sus territorios, a crear ciudades y al tiempo a crear monasterios, el más importante: el Monasterio de Santa María de Ripoll, una joya del románico, siendo hoy un centro importantísimo cultural, y se documenta que un gran personaje un sabio de entre los sabios de su tiempo de nombre Gerbert de Aurillac el Papa Silvestre II, se instaló en sus dependencias.

Por lo tanto queda claro y documentalmente así está datado que Wifredo el Velloso jamás fue Rey, y mucho menos Rey catalán, y de que Cataluña fuera una Nación, Estado o Reino nada de nada.

Wifredo el Velloso, fue un administrador político y súbdito de los Reyes francos.

Tras la muerte de Carlos II el Calvo, el 6 de octubre de 877 y de Luís el Tartamudo, el 10 de abril de 879 y junto a la debilidad que se vivía en el Imperio Franco sentenció que la Capitular de Quercy otorgara a los hijos de los administradores políticos denominados “Dux, Duques", "Comte, Condes", "Marquis” dependiendo del territorio que administraban, a ser sus sucesores una vez estos fallecieran. Teniendo en cuena que hasta ese momento los hijos tenían la prioridad y no el derecho a heredar estos cargos administrativos. Y es a partir de la muerte de Carlos II el Calvo cuando se interpreta la Capitular de Quercy como derecho absoluto hacia el heredero. Acaba de nacer aquí el feudalismo por obra i gracia de la interpretación política de una Capitular Jurídica. Este feudalismo en la Marca Hispánica (actual Cataluña desde 1521), que desde la interpretación política de esta Capitular existió y que ha ido tomando cada vez más fuerza hasta nuestros días.


Recordemos lo anteriormente expuesto, que Wilfredo el Velloso nace en el año 840 y muere en el año 897 (20 años después que el Rey franco Carlos II el Calvo).


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El milagro del florín aragonés que trocó en catalán

per Ricart García Moya

Érase una vez un Imperio rarito y miserable donde al Doctor en Historia
Miquel Crusafort, presidente de la Sección Numismática del Institut d'Estudis Catalans,le encargaron la científica ‘normalització’ de esa rama del acervo patrio. Tras años de investigación y con la ayuda económica del Ministerio de Cultura de España, publicó la historia de La moneda catalana.

EI paso dado era fundamental para el Imperio. El sabio normalizaba como ‘catalanas’ a las monedas de la Corona de Aragón y media Francia, etiquetada ahora como la ‘Occitania Catalana’, es decir: Marsella, Cannes, Mónaco... (Crusafort, M.: La moneda catalana, Barcelona, 1996, L. 3). En el libro nada es arbitrario. Llamar catalanas a monedas de otros territorios tenía su fundamento en los trabajos del IEC para racionalizar la taxonomía numismática del siglo XXI. Según Crusafort:

"Barcelona, Perpiñán, Valencia y Mallorca fueron los talleres emisores del
florín catalán, una moneda que fue conocida como florín de oro de Aragón,16 por la titulación del rey que aparecía en la moneda: REX ARAGO, pero que tenía bien poco de aragonesa. Es uno de aquellos casos en que la denominación histórica resulta completamente confusa. Por eso nosotros preferimos hablar del florín catalán." (p. 89.)

Crusafort olvidó, casualmente, que esas monedas también se acuñaban en Zaragoza, pero sería, ¡ejem!, por error del soberano y todos los humanistas de su Corona. No hay que poner en duda el rigor científico de esta gente. Si el IEC prefiere llamar "florín catalán" a las piezas acuñadas en Valencia y Aragón, ¿por qué se opone la caverna a esta científica normalización e insiste en llamar florín de Aragón al florín de Aragón?.
Hombre, por favor, seriedad.

Lo indiscutible es que siempre, del monarca más culto al porquero más asilvestrado, todos llamaban ‘florín de Aragón’ y 'florí de Valencia' a la moneda áurea; pero el IEC ha descubierto que los reyes de la Corona, al mandar acuñar eso tan feo de REX VALENCIAE y REX ARAGO, en realidad querían grabar en las monedas el bonito título REX CATHALONIAE, pero “la confusió històrica” lo impidió, según ha
descubierto el comando numismático del IEC. ¡Ay, por Dios, que reyes tan ‘confusos’! ¡No me lo puedo creer!. ¡Mira que no ser conscientes de su condición de reyes o emperadores del Imperio de Cataluña!.

Menos mal que todas las universidades del mundo y el IEC están en la tarea de solucionar anacrónicamente estas nimiedades. Es lo mismo que cuando aparece en ladocumentación de la Cancillería o en el Tirant lo Blanch lo de “lengua valenciana”. Los doctores catalanes han descubierto que, en realidad, los clásicos querían decir “lengua catalana”. ¡Qué admirables son!.

Hay un detalle, ya mencionado, más horrible y que el IEC olvida: Cataluña jamás tuvo moneda en los siglos en que cìrculaba el florín de Valencia y Aragón. Entre los años 1200 al 1641, mientras se acuñaban hermosas piezas con los nombres de los reinos europeos (Francia, Valencia, Castilla, Aragón, etc.), nadie, ni siquiera los misteriosos "reyes catalanes" (je, je), ordenaron acuñar monedas de la supuesta nación catalana.

Quizá Crusafort pueda indicar dónde ha encontrado piezas -aunque sean de hojalataque hagan referencia a Cataluña en la Edad Media y Renacimiento. Nos da igual que aparezcan en "Occitania catalana" (¡ji, ji!), o el en archivo de Bofarull, Pero ni Crusafort ni todo el IEC pueden, ¡hay si pudieran!, inventar una moneda que no existió hasta que –fuera de la Corona de Aragón- se entregaron a Francia en 1641.
Crusafort afirma que Cataluña nace en el 934, con Guifré, pero ni el Pelut
ni el Calvo dieron moneda a la onírica Cataluña del siglo IX, ni tampoco los
Berengueres en los siguientes. Ni siquiera Jaime I se enteró de que existía una nación llamada Gotholania, Cathalonia o Catalunya, que merecía incluir su nombre en lasmonedas.

La Generalidad Catalana, preocupada, intentó solucionar esta afrenta. En 1987 editó una ‘Historia dels Catalans’ (Barcelona, 1987), prologada por Pujol, en la que mostraban una espléndida moneda medieval con la
palabra "CATHALUINA" (p.27), y así lo afirmaba el pie de foto. Pero era otro timo nacionalista. La supuesta moneda del siglo XV era un vulgar sello.

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Cultura Valenciana
BREVE HISTORIA DE LA SENYERA VALENCIANA

Per Antoni Atienza

Resulta triste que, tras veintiún años de autonomía, aún existan muchos valencianos que se empeñen en negar que la Senyera, la Real Senyera, sea la bandera que nos representa como pueblo. Y prefieren, en su lugar, a la bandera que fuera privativa de los reyes de Aragón. Me gustaría, aquí, clarificar las cosas, para despejar dudas y alejar fantasmas y fantoches –que de todo hay- en este tema.

De entrada, la bandera cuatribarrada no era la bandera del Rey Jaime I. No existe un solo documento incontestablemente auténtico, que así lo diga. La única representación que tenemos de dicha bandera, es la que figura en el fresco que se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, procedente del Palacio Aguilar, de Barcelona, pintada al final de la vida del rey. Jaime I aparece, durante el asedio de Mallorca, sentado a la puerta de una tienda, en la cual ondea una bandera... de dos barras rojas en fondo amarillo. Y que no se diga que “es una simplificación” porque los heraldistas saben muy bien que en el blasón no existen las simplificaciones: no es lo mismo una torre que un castillo, ni un león rampante que otro pasante.

Las barras no son ni catalanas ni aragonesas, sino ambas a la vez. Fueron adoptadas como emblema por Ramón Berenguer IV cuando era Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón, abandonando las armas barcelonesas primitivas, la cruz llana de gules. Por tanto, decirles “barras catalanas” es un reduccionismo. Ningún documento serio demuestra que antes de Ramón Berenguer IV, existieran las barras.

Jaime I reinó muchos años, y a lo largo de su vida, el número de barras de su escudo cambió: igual utilizaba tres que cinco. Al principio no era importante. Pero a partir de 1250, la heráldica hispánica comenzó a establecerse, a institucionalizarse, a abandonar las veleidades y a fijar los escudos más rígidamente. Es entonces cuando aparecen las dos barras, usadas por Jaime I, y que fueron adoptadas por los valencianos. Su nieto, Jaime II, plasmó en su blasón tres barras; pero los valencianos siguieron usando dos. No obstante, la figura capital del proceso heráldico fue Pedro II de Valencia y IV de Aragón, “el Ceremonioso”. Fue este rey, hacia 1360, quien fijó “definitivamente” el número de barras en cuatro –aunque los valencianos, durante algunos siglos, acuñaron los escudos de sus monedas con dos -. También fue Pedro II quien adoptó el escudo hoy utilizado por la Generalitat Valenciana, y en su reinado se establecieron los blasones de ciudades como Valencia y Barcelona.

Pero Pedro II era muy celoso de sus símbolos. Por ello, a pesar de que permitió a algunas ciudades el uso de su emblema barrado, también les impuso distintivos, pues las armas “puras” sólo podía utilizarlas él: Barcelona utilizó la cruz llana roja, y a Valencia se le concedió una corona.

Estos emblemas de las capitales de sus estados, eran extensivos a éstos. Así se desprende del privilegio de Sancho de Mallorca, cuando concede ya en 1312 a Palma un escudo y bandera de franja morada con un castillo de plata, haciendo constar que “queremos y establecemos que esta sea vuestra enseña y la de todo el Reino de Mallorca”.

La Senyera valenciana fue creada hacia 1365, en agradecimiento del Rey por los esfuerzos desempeñados por los valencianos en rechazar a las tropas de Pedro I de Castilla. Pero también representó la reconciliación del soberano con un Reino que le había dado muchos quebraderos de cabeza durante la Guerra de la Unión, unos años atrás. Esta bandera tuvo su plasmación heráldica en sellos, en los cuales el escudo barrado se representaba con una corona. Precisamente, la decisión de la ciudad de Valencia de hacer estos sellos son el documento más antiguo que tenemos sobre la decisión real, pues no se ha encontrado el documento de concesión original. En ese texto, se recoge que la ciudad ya había utilizado, sin permiso explícito del propietario, las barras –dos rojas sobre fondo amarillo, como se ve en las monedas y en el portulano de los Cresques -; pero el monarca ahora concedía sus armas –las barras -, a las cuales había que añadir una corona, símbolo del Reino, sobre las mismas: en el “cap subirà”, en el “jefe” del escudo, sobre color azul.

¿Porqué la “franja” –que no es sino el jefe del blasón- es azul? Pedro II era muy consciente de la necesidad de desarrollar toda una mística de su soberanía. Restauró las tumbas de los condes catalanes en Ripoll, construyó el mausoleo real en Poblet, reformó el Palacio de la Aljafería de Zaragoza... Pero quiso ir más allá. Además de crear su propia simbología –el casco del dragón alado, las cuatro barras, etc...-, inventó un escudo para sus antepasados. Adjudicó el origen de las barras a los Condes de Barcelona, representándolas con abundancia en sus sepulcros –origen de toda la confusión -, y a los Reyes de Aragón les creó el escudo conocido como de Sobrarbe: azul, con una cruz blanca en el ángulo superior izquierdo –cantón diestro del jefe -. El color azul sería, por tanto, el esmalte de los antiguos Reyes de Aragón, y símbolo de la realeza. El azul de la Senyera representa a la estirpe real; la corona, al Reino y a la ciudad de Valencia; y las barras, el favor y el amor del monarca hacia un pueblo, al que concede sus armas.

No obstante, queda una cosa pendiente. ¿Cómo sabemos que la Senyera era la bandera del Reino de Valencia?

La Senyera de Valencia era, es cierto, la bandera de la ciudad; pero también era la “bandera del Senyor Rei”, la bandera del Rey de Valencia, la bandera real valenciana: “bandera real nostra”, la llamó Fernando II de Valencia “el Católico”. Por ello, era la bandera principal de la “host”, la hueste feudal que el Rey podía convocar en el Reino de Valencia, para luchar contra rebeldes o invasores. Y conocemos con absoluta exactitud dos de estas convocatorias. En 1462, el infante Jaime de Aragón, señor de la Baronía de Arenós, se levantó contra el rey Juan II de Valencia y a favor del príncipe Carlos de Viana, con mercenarios castellanos. Entonces, el monarca ordenó llamar a la hueste valenciana, escribiendo a la ciudad de Valencia, que era la que aportaba más tropas. El Consell del Cap i Casal escribió a Sagunto, a los señores feudales –de Gandía, Oliva, Denia, el Maestrazgo, la Valldigna, y a los eclesiásticos, informándoles que debían acudir con sus soldados a “seguir a la Senyera”. Al resto de ciudades reales –Morella, Vilarreal, Castelló, Borriana, Ademuz, Alzira, Xàtiva, Ontinyent, Alacant, Guardamar, Orihuela…- les escribió el propio soberano, ordenando que condujeran a sus hombres a Valencia, para “seguir a la Senyera”. Y para que no quepan dudas acerca de cómo era esa enseña, en los documentos internos del Consell valenciano, se refieren a la Senyera indistintamente como la “bandera de la ciutat” o como la “bandera Real”. Respecto a la relación con Sagunto, parece ser que Valencia siempre llevaba sus tropas junto a las de la histórica Morvedre: quizá esa sea la razón de que en el escudo de esta ciudad figurara también el “rat penat”. Por tanto, era la Senyera la que encabezaba a la comitiva de infantes, caballeros, artillería –con una “bombarda grossa”- e intendencia, venida de las diversas ciudades reales y señoríos de todo el Reino de Valencia. Y fue la Senyera la que encabezó los diversos asaltos y asedios que culminaron con la rendición del castillo de la Muela de Villahermosa, donde don Jaime de Aragón se entregó. Fue trasladado a Valencia, y encarcelado en Xàtiva, intercediendo las autoridades valencianas para que el monarca le perdonase la vida. Don Jaime murió en el castillo de Xàtiva poco después.

En 1477 el rey convocó nuevamente a la “host” del Reino, para que se congregara en Valencia y siguiera a la Senyera en la nueva campaña contra el hijo de Jaime de Aragón, que se había hecho fuerte en el feudo que fuera de su padre. Otra vez, las tropas de las ciudades y de los señores feudales, junto en el Centenar de la Ploma y la Senyera, rindieron las plazas, ahora ayudados por el ejército del rey. Por cierto, que como don Jaime se entregó a éste, fue conducido a Barcelona y ejecutado, sin que las protestas valencianas por salvarle la vida sirvieran de nada.

La “host” no se reunió más a menudo por la oposición de la nobleza, poco partidaria de gastar sus recursos en reclutar soldados y mantener caballos de guerra. Ya en el siglo XVI, el ejército valenciano era armado por los Gremios, y su última gran campaña fue la de la represión de la revuelta morisca en la Sierra de Espadán. Tras la Guerra de las Germanías, en la cual la Senyera fue la bandera de los rebeldes al Rey en las batallas de Gandía y de Almenara, el ejército real profesional fue cada vez más importante, y sólo se levaban tropas para ser llevadas a teatros bélicos bajo los estandartes del soberano.

Tras la guerra de Sucesión y la abolición de los Fueros, el Centenar de la Ploma fue abolido, y la Senyera ocultada hasta 1738. En ese año se volvió a sacar entre el delirio del pueblo, para celebrar el V Centenario de la conquista por Jaime I. A partir de entonces comenzó a figurar en la procesión del Corpus, y ello hizo que perviviera como símbolo de los valencianos durante los siglos XVIII y XIX. Con el Romanticismo, se convirtió en la bandera de los regionalistas, como Vicent Boix y Teodoro Llorente, que le dedicaron páginas en sus novelas, y poemas, y de los nacionalistas, como Faustí Barberà, Nicolau Primitiu, Carles Salvador o Xavier Casp.

La regnicolaridad de la Senyera, el que fuera el estandarte del Reino valenciano, nunca fue puesta en duda, y sólo a partir de 1931, con el auge del pancatalanismo, comenzó a subrayarse su carácter de “bandera de la ciudad”, de forma excluyente respecto al resto del Reino. Así y todo, eran muy pocas las voces que defendían la bandera cuatribarrada –asumida como propia por los catalanes a finales del siglo XIX, y rebautizada como “Senyera”, palabra rescatada gracias a su uso continuado por los valencianos- como la auténtica bandera valenciana. Sólo entrados los años setenta, algunos partidos de la oposición franquista adoptaron como propia la bandera cuatribarrada, frente a la Senyera, extendiendo peregrinas teorías sobre el origen de la “franja azul”. De esos años data el terrible conflicto identitario que aún hoy algunos se empeñan en mantener abierto.

Antoni Atienza es historiador, professor i escritor valencià. Autor de “La Real Senyera. Bandera nacional dels valencians”.

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